Autocronograma

AUTOCRONOGRAMA

2008: 23 años deseando esta carrera.

2010: Bitácora de quien estudia en Puán porque la vida es justa y (si te dejás) siempre te lleva para donde querés ir.

2011: Te amo te amo te amo, dame más: Seminarios y materias al por mayor.

2012: Crónicas de la deslumbrada:Letras es todo lo que imaginé y más.

2013: Estampas del mejor viaje porque "la carrera" ya tiene caras y cuerpos amorosos.

2014: Emprolijar los cabos sueltos de esta madeja.

2015: Pata en alto para leer y escribir todo lo acumulado.

2016: El año del Alemán obligatorio.

2017: Dicen que me tengo que recibir.

2018: El año del flamenco: parada en la pata de la última materia y bailando hacia Madrid.

2019: Licenciada licenciate y dejá de cursar mil seminarios. (No funcionó el automandato)

2020: Ya tú sabes qué ha sucedido... No voy a decir "sin palabras" sino "sin Puán".

2021: Semipresencialidad y virtualidad caliente: El regreso: Onceava temporada.

2022: O que será que será Que andam sussurrando em versos e trovas 2023: Verano de escritura de 3 monografías y una obra teatral para cerrar racimo de seminarios. Primer año de ya 15 de carrera en que no sé qué me depara el futuro marzo ni me prometo nada.

24 de mayo de 2014

Cohen y la prosa de Estado

En “Prosa de Estado y estados de la prosa”, y en muchos otros de sus ensayos, Marcelo Cohen reflexiona sobre las mismas cuestiones que aparecen, bajo la forma de la figuración y la metáfora, en sus textos de ficción, estableciendo una zona de diálogo como modo de construir una poética. Cohen propone el término “prosa de Estado” para referirse al “compuesto que cuenta las versiones prevalecientes de la realidad de un país, incluidos los sueños, las fantasías y la memoria” (Cohen 2006: 1). La “prosa de Estado” incluye al aglomerado de mensajes y discursos vinculados a las funciones de intercambio y comunicación; es el lenguaje de la prensa, la política, la publicidad, la radio y la televisión. Es un “virus verbal” que se expande modelando los deseos y aspiraciones, las formas del placer y del ocio, los ritos e intercambios sociales. Ejerce una función de vigilancia y control, le pone nombre a aquello que puede (debe) ser nombrado, apresando la vida cotidiana y el pensamiento en formas hegemónicas de orden simbólico. Pero, además, la “prosa de Estado” es “omnívora”, absorbe y coloniza todo lo que encuentra a su paso, haciéndolo funcional a su ímpetu de dominio. Por esto, se esfuerza por conquistar también a la literatura, patrocinando una hueste literaria servil, capaz de oficiar como la exquisitez que la “prosa de Estado” se permite para “elevarse”.


Silvina Sanchez, en http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.1161/ev.1161.pdf

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