Autocronograma

AUTOCRONOGRAMA

2008: 23 años deseando esta carrera.

2010: Bitácora de quien estudia en Puán porque la vida es justa y (si te dejás) siempre te lleva para donde querés ir.

2011: Te amo te amo te amo, dame más: Seminarios y materias al por mayor.

2012: Crónicas de la deslumbrada:Letras es todo lo que imaginé y más.

2013: Estampas del mejor viaje porque "la carrera" ya tiene caras y cuerpos amorosos.

2014: Emprolijar los cabos sueltos de esta madeja.

2015: Pata en alto para leer y escribir todo lo acumulado.

2016: El año del Alemán obligatorio.

2017: Dicen que me tengo que recibir.

2018: El año del flamenco: parada en la pata de la última materia y bailando hacia Madrid.

2019: Licenciada licenciate y dejá de cursar mil seminarios. (No funcionó el automandato)

2020: Ya tú sabes qué ha sucedido... No voy a decir "sin palabras" sino "sin Puán".

2021: Semipresencialidad y virtualidad caliente: El regreso: Onceava temporada.

2022: O que será que será Que andam sussurrando em versos e trovas 2023: Verano de escritura de 3 monografías y una obra teatral para cerrar racimo de seminarios. Primer año de ya 15 de carrera en que no sé qué me depara el futuro marzo ni me prometo nada.

24 de mayo de 2013

En total ya éramos muchos

"Como cada uno de nosotros era varios, en total ya éramos muchos. Aquí hemos utilizado todo lo que nos unía, desde lo más próximo a lo más lejano. Hemos distribuido hábiles seudónimos para que nadie sea reconocible. ¿Por qué hemos conservado nuestros nombres? Por rutina, únicamente por rutina. Para hacernos nosotros también irreconocibles. Para hacer imperceptible, no a nosotros, sino todo lo que nos hace actuar, experimentar, pensar. Y además porque es agradable hablar como todo el mundo y decir el sol sale,
cuando todos sabemos que es una manera de hablar."


Delueze y Grattari. Mil mesetas.

23 de mayo de 2013

Necesito utilizar en algún lado los términos "canto sirenaico" y "canto órfico"

Para algunos intérpretes contemporáneos, “el canto de las sirenas encarna el mito extremo del goce femenino”. Cfr. Salecl, Renata y Francés, Tamara. “El silencio del goce femenino” en (Per)versiones del amor y del odio. México, Siglo XXI, 2002, pág 87

22 de mayo de 2013

El escritor célibe y el goce insensato de la reproducción

Kafka en una carta en septiembre de 1922: “el escritor debe aferrarse a su mesa con los dientes”, cosa que si han visto los dibujitos que el propio Kafka hacía, verán que coincide con su imaginario pictórico. Por eso, “él (el escritor)puede concebirse como el chivo expiatorio de la humanidad, él permite a los hombres gozar con inocencia de un pecado”.
Sustraído el escritor del proceso de la reproducción y planteado como un célibe, piensa Kafka, el escritor funciona allí como chivo expiatorio del resto de la humanidad, que se entrega al goce insensato de la reproducción, sin preguntarse nunca: ¿cómo y para qué reproducirse? Pregunta más políticamente radical que esa no hay.
Por eso, para Kafka “escribir es ponerse fuera de la vida”, pero sobre todo, fuera de la vida de los otros. La escritura como un más allá de lo viviente, un más allá, también (dado que lo viviente supone condiciones materiales de existencia) del capitalismo y, por lo tanto, de la esquizofrenia.
De ahí la potencia revolucionaria que Deleuze y Guattari encuentran en la obra de Kafka y particularmente en las zonas más intimas de las obras de Kafka, de ahí que Deleuze y Guattarí digan “todo es político, empezando por las cartas a Felice”.


Daniel Link. Teórico introductorio a Kafka.

Qué cagada Burroughs

El almuerzo desnudo. Años de reservar su lectura iniciática (yo que me inicié con las aventuras de Salgari y Verne pero envidiaba los viajes menos exteriores) para algún momento ideal-idealizado. Años de registrar que aún no lo había leído, que debía. Y al final...: Un gomón: La puta estética del reviente que tanto odio. Todo bien para aplicar Delueze y Guatari más o menos prolija, escolarmente, pero como lectura un embole, un asco, una porquería. Alguna media página que hubiera sido un buen poema, nada más.

21 de mayo de 2013

Tema 3

1. Monstruos y entidades colectivas en Kafka y Burroughs.
2. Del cuerpo: Antonin Artuad y Gottfried Benn.

(Todavía no quiero empezar, toy rumiando, esperado La Luz y terminando de leer El almuerzo desnudo)

Lo que para Deleuze es el arte

"...el arte es un geomorfismo y no un antropomorfismo (contra la arrogancia del hombre, que se cree inventor del arte -es decir, contra la arrogancia de Bataille, que pone al arte como definitorio de la especie-, Deleuze se detiene en los animales artistas, en los pájaros músicos: un cierto pájaro que, como Josefina, se hace un escenario y se pone a cantar. Y eso es arte, lo que está en la naturaleza y que vuelve en el arte como un ritornello.
2. O sea que sí, la literatura es una experiencia de vida, un "paso de vida". No es una categoría abstracta (lo abstracto es la mercancía: el arte y la literatura convertidos en mercancía) sino una experiencia. Y nada más."


Daniel Link

Profana prosa pero crujiente

Recibido ayer en casilla de mail a través del campus:


Aquí tienen los temas de parcial. Recuerden: deben entregar el lunes próximo en el horario de teóricos, exclusivamente. Deben escribir lindo: sintaxis cantarina, claridad expositiva, conectores discursivos (por un lado, por el otro; b, por el contrario...; tanto a como b, etc.), profana prosa, pero crujiente. Piensen, inventen series (si corresponde) o localicen problemas. Citen con corrección y referencien adecuadamente.
Si tienen dudas, consulten con sus verdugos (sus profesores de prácticos).
Saludos

DL

15 de mayo de 2013

Una muestra de los motivos de mi creciente admiración por su pedagogía

Aquí les adjunto una clase diferente de la que di ayer lunes, pero mejor. Correspondería agregar que "huir de lo kafkiano" significa huir precisamente de las interpretaciones que asocian el nombre de Kafka con el dolor y con la pena.
"Las grandes almas epicúreas”, dice Séneca, “no las formó la doctrina, sino la asidua compañía de Epicuro. Tanto durante su vida como después de su muerte, los discípulos y los amigos le tributaron honores casi divinos y procuraron modelar su conducta sobre su ejemplo”. Actúa siempre como si Epicuro te viera, era el precepto fundamental de la escuela. Lucrecio, de quien se dice que compuso su De rerum natura en intervalos de locura, lo consideraba tan grande que no vaciló en postularlo como el fundador de la verdadera sabiduría, a saber:

* Liberarse del temor de los dioses, que por su naturaleza feliz no se ocupan de los asuntos humanos,
* Liberarse del temor a la muerte, que no es nada para el hombre: "cuando existimos nosotros, la muerte no existe; cuando existe la muerte, no existimos nosotros" (Ep.a Men., 124),
* Asumir la accesibilidad del límite del placer (la fácil obtención del placer mismo).
* Asumir la lejanía del límite del mal (la brevedad y la provisoriedad del dolor).

Saludos
DL

14 de mayo de 2013

El camino verdadero pasa por una cuerda

Aforismos (Consideraciones acerca del pecado)

"El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto, sino sobre el suelo. Parece preparada mas para hacer tropezar, que para que se siga su rumbo".


"Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia. Interrupción prematura de un proceso ordenado, obstáculo artificial levantado al derredor de una realidad artificial".


"A partir de cierto punto no hay retorno. Este es el punto que hay que alcanzar"


"El poseer no existe, existe solamente el ser: ese ser que aspira hasta el último aliento, hasta la asfixia".


"En un tiempo no podía comprender porqué no recibía respuesta a mi pregunta, hoy no puedo comprender como pude estar engañado hasta el extremo de preguntar. Pero no es que me engañase, preguntaba solamente".


"Sólo temblor y palpitación fue su respuesta a la afirmación de que tal vez poseía pero no era".


"Lo que nos hace llamar con el nombre de juicio final al juicio universal, es sólo nuestra concepción del tiempo; en realidad se trata de un juicio sumario".


"Por fortuna, la incoherencia del mundo parece ser de índole solamente cuantitativa".



Franz Kafka

Los diarios de Kafka

No era un autor que me llamase mucho la atención pero Link y cía me están convenciendo: Link dice que hay dos libros que hay que leer antes de morir: Los diarios de Kafka y En busca del tiempo perdido; Rosetti dice que Los diarios bien merecen dedicarles todo un verano.




VIERNES, 5 de enero de 2001

Los diarios de Kafka se publican en su versión íntegra por primera vez en español
La nueva traducción incluye los fragmentos suprimidos por la edición de Max Brod



El 6 de diciembre de 1921, tres años antes de su muerte, Franz Kafka (Praga, 1883) escribía en su último cuaderno: 'Las metáforas son una de las muchas cosas que me hacen desesperar de la escritura. La falta de autonomía de la escritura, su dependencia de la criada que enciende la calefacción, del gato que se calienta junto a la estufa, incluso del pobre viejo que también se calienta. Todas ésas son operaciones autónomas, que se rigen por su propia ley; sólo la escritura está desamparada, no habita en sí misma, es broma y desesperación'. Entre 1910 y 1923, Kafka escribió en 12 pequeños cuadernos (todos con tapas de hule) reflexiones sobre su vida y la literatura; impresiones sobre sus amigos, sobre el sexo; anotó frases incomprensibles junto a relatos completos. Una imagen -'Los espectadores se ponen rígidos cuando pasa el tren'- abre el primer cuaderno. El último se cierra con un intento de hacer 'comprensible' el angustioso ejercicio de escribir.

'Kafka', escribió Elías Canetti, 'es el escritor que más puramente ha expresado el siglo XX y aquel al que, por lo tanto, cabe considerar como su manifestación más esencial'.

Hasta ahora, las ediciones que existían en español de los diarios de Kafka se basaban en la realizada, en el año 1950, por su albacea y amigo Max Brod. En ella se omitían pasajes, incluso relatos completos; también nombres de amigos, conocidos y novias, de los que sólo quedaron las iniciales. La edición de Brod (muy importante en su momento) ha quedado, sin embargo, medio siglo después en buena parte obsoleta.

Canónica y definitiva

La edición que ahora publica Galaxia Gutenberg (dirigida por el catedrático de la Universidad de Barcelona Jordi Llovet) parte de la edición crítica conocida como Kritische Ausgabe, que publica desde 1982 la editorial alemana S. Fischer y que es considerada como canónica y definitiva. El volumen incluye, además de los diarios (traducidos integramente al español por Andrés Sánchez Pascual), Diarios de viajes y Carta al padre, éstos traducidos por Joan Parra. 'La nueva edición incorpora cerca de un 10% de material nuevo', afirma un responsable de la edición española, para quien esta versión íntegra 'arroja luces nuevas' sobre el escritor. Ese 10% nuevo corresponde a los textos suprimidos por Brod y que ahora se incluyen. Se trata de textos repetidos por Kafka con ligeras variantes, fragmentos narrativos, citas, resúmenes y glosas de las lecturas de Kafka, pasajes muy crípticos, referencias íntimas e incluso escabrosas y, finalmente, algunos dibujos que muestran lo que en su día fue para el escritor una vocación truncada.

La edición que ahora se publica, con prólogo de Nora Catelli, se ordena conforme a los cuadernos en los que Kafka escribió, a veces sin respetar el orden cronológico. Un importante cuerpo de notas aclara referencias, personajes y circunstancias biográficas. Además, los índices del volumen permiten reconstruir la secuencia cronológica de todos los diarios e identificar todos los fragmentos y pasajes narrativos, lo que, según sus editores, invita a recorrer el libro en claves estrictamente literarias. De esta manera estos diarios abren diversos caminos de acceso al que es considerado uno de los textos más emblemáticos de la literatura contemporánea.


Tomado de http://elpais.com/diario/2001/01/05/cultura/978649202_850215.html

Siglo XX. Primer parcial

9

11 de mayo de 2013

Me salió idealizante el goma

"La poesía ni miente ni exagera. Solo los oradores gerundios y los poetas sin alma toman el oropel y el rimbombó de las palabras por elocuencia y poesía. El poeta, es cierto, no copia sino á veces la realidad tal cual aparece comúnmente a nuestra vista; porque ella se muestra llena de imperfecciones y máculas, y aquesto seria obrar contra el principio fundamental del arte que es representar lo Bello: empero él toma lo natural, lo real, como el alfarero la arcilla, como el escultor el mármol, como el pintor los colores; y con los instrumentos de su arte, lo embellece y atiza conforme a la traza de su ingenio; a imagen y semejanza de las arquétipas concepciones de su inteligencia. La naturaleza y el hombre le ofrecen colores primitivos y que él mezcla y combina en su paleta; figuras bosquejadas, que él coloca en relieve, retoca y caracteriza; arranques instintivos, altas y generosas ideas, que él convierte en simulacros excelsos de inteligencia y libertad, estampando en ellos la más brillante y elevada forma que pueda concebir el humano pensamiento. Ella es como la materia que trasforman sus manos y anima su inspiración. El verdadero poeta idealiza. Idealizar es sustituir a la tosca e imperfecta realidad de la naturaleza, el vivo trasunto de la acabada y sublime realidad que nuestro espíritu alcanza."


Esteban Echeverría. Advertencia a las Rimas.

Mato al indio, te salvo, te libero ¿y me salís con ésta?

"mas, súbito él la separa,
como si en su alma brotara
horrible idea, y la dice:
-María, soy infelice,
ya no eres digna de mí.

Del salvaje la torpeza
habrá ajado la pureza
de tu honor, y mancillado
tu cuerpo santificado
por mi cariño y tu amor;
ya no me es dado quererte."


La Cautiva. Esteban Echeverría

Le busco la erótica o los quemo o el mejor modo de leer Echeverría-Sarmiento

UNA EROTICA ARGENTINA

Esa carne de las sirvientas



Clarín. 2-11-2002


En la América colonial, las cautivas fueron el arcano del deseo. Luego las criadas posarían para cuadros secretos, que desafiaron el canon europeo.






LAURA MALOSETTI COSTA.

En el arte argentino hay una escasa tradición erótica. Sin embargo, uno de los mitos fundantes y más perdurables en la tradición nacional es una escena central de la imaginería erótica del mundo grecolatino: el rapto. El deseo del varón bárbaro, semidesnudo y salvaje, por el cuerpo de la mujer blanca estuvo presente en los primeros mitos y relatos de la conquista americana. Lucía Miranda fue el objeto de deseo del cacique Siripo en la crónica de Ruy Díaz de Guzmán. Ella fue la protagonista de las primeras obras de teatro en Buenos Aires. Lucía era una heroína locuaz. Nos llegaron sus palabras pero no su imagen —efímera— representada una y otra vez en las tablas porteñas.

Le siguió María, la heroína romántica del poema de Esteban Echeverría, y tras ella las cautivas anónimas del desierto se multiplicaron en libros y diarios, en crónicas y leyendas. La suya repetía un relato de deseo y violencia, imagen mítica que crecía y sostenía su eficacia al calor de las guerras. Las imágenes visuales vinieron de la mano de pintores europeos, educados en la frecuentación de raptos clásicos —Helena de Troya, las Sabinas romanas, las hijas de Leucipo, Proserpina y otras—, pintadas y esculpidas desde el Renacimiento por quienes supieron sacar partido del asunto para presentar cuerpos femeninos y masculinos trabados en una lucha eterna sin palabras, rica en gestos elocuentes de deseo y terror contrapuestos: Tiziano, Giambologna, Rubens, Delacroix.

Así Rugendas, Monvoisin, Schubauer, forjaron las primeras imágenes de las cautivas de la pampa y la Araucanía, esas que llevaban los guerreros indios sobre sus caballos semisalvajes, blancas su piel y ropas, siempre luchando por desprenderse del abrazo de sus raptores. Juan Manuel Blanes y Angel Della Valle siguieron pintando, hasta el fin del siglo XIX, escenas de raptos, malones y cautivas en grandes telas que emocionaron, conmovieron y seguramente despertaron el deseo de muchos espectadores. Como el cronista del diario Sud-América que sostuvo —frente a "La vuelta del malón" de Della Valle en 1892 (hoy en Bellas Artes)—, que si él hubiese estado en lugar del indio, no una sino dos mujeres así se habría robado.

La gran tradición del desnudo femenino también ha sido muy escasa en la pintura argentina. Llegó de la mano de los jóvenes patricios que viajaron a Europa en la segunda mitad del siglo XIX y trajeron de París los refinamientos del ocio de varones ricos. Prilidiano Pueyrredón, el hijo del director Supremo, pintó al menos dos óleos de desnudos para los cuales —se dijo— posó su criada, "la Mulata". También se dijo que la familia destruyó muchos otros, más lascivos y libertinos que los conservados. "La siesta", de 1865, representa dos mujeres en la cama (que parecen ser la misma modelo en dos poses diferentes) entregadas a un abandono sensual, representadas con un realismo minucioso e impactante. Un realismo que podría pensarse inspirado en la fotografía erótica que circulaba en estereoscopios y que aumentaban la ilusión óptica de corporeidad de lo representado. El otro cuadro muestra a la misma mujer en una bañera, con una expresión de gozo franco y desenfadado. Fueron imágenes reservadas a un consumo privado, nunca expuestas públicamente hasta bien entrado el siglo XX. Pero también parece evidente que Prilidiano no las pintó para contemplarlas en secreto y obtener de ellas un goce solitario. Así lo sugiere un artículo algo malicioso publicado por El Correo del Domingo en 1865. Esos cuadros, cuya fama perduró en la tradición oral de las clases altas de la ciudad, parecen haber circulado entre un círculo de jóvenes "libertinos", entre quienes se contarían Nicanor Albarellos y Santiago Calzadilla. En el retrato que Pueyrredón hizo del autor de Las beldades de mi tiempo en su propio taller, aparece, disimulado en el fondo, otro pequeño cuadro en el que pueden verse dos desnudos femeninos apenas discernibles. Es muy probable que Eduardo Schiaffino se refiriera a Calzadilla cuando escribió, en 1910, que Pueyrredón tenía "entre sus amigos, uno que se hizo célebre por su sensualidad y la procacidad de sus bromas" y que el artista "pintó por complacerle varios desnudos ultralibertinos". El hecho es que mucho antes de conocerse tales desnudos, se habló y se escribió sobre las costumbres excéntricas del pintor y su círculo, de su intimidad con la criada que habría posado, "rarezas" tanto más atractivas cuanto se referían al hijo de un prócer.

Pero muchos otros cuadros y esculturas de desnudos circularon en Buenos Aires desde las últimas décadas del siglo XIX. Algunos de ellos comprados en Europa por ricos coleccionistas argentinos, (Aristóbulo del Valle, por ejemplo), otros pintados en Buenos Aires por artistas europeos que vinieron a instalarse, como el italiano Ignazio Manzoni. Muchos de ellos fueron donados al Museo Nacional de Bellas Artes, y algunos (pocos) pueden todavía verse expuestos allí: "La Diana sorprendida" de Lefebvre, la inquietante "Ninfa Sorprendida" de Manet y algunas obras de Rodin. Otros fueron a dar a la reserva, ocultos al público, tal vez por ser demasiado académicos: la "Pandora" de Lefebvre, "Aprés le bain" de Nel Dumonchel, "Floreal" de Raphael Collin, "La toilette" de Henri Gervex entre ellos. Imágenes de un erotismo más o menos encubierto, que respondía a las exigencias del "buen gusto" y a las reglas también más o menos explícitas que consagraban ciertos desnudos en el Salón de París.

Los (pocos) desnudos pintados por argentinos y consagrados como obras maestras contrariaron de un modo u otro esas reglas. Construyeron un erotismo otro, problemático, diferente. Pienso en "El despertar de la criada" de Eduardo Sívori, en "Reposo" de Eduardo Schiaffino, en la "Venus criolla" de Emilio Centurión. Ninguno de esos cuerpos responde al canon de belleza y sensualidad triunfante en los salones europeos. Cada una a su modo, esas imágenes discutieron aquel canon y plantearon caminos diferentes a la contemplación erótica, proponiendo al varón argentino otros cuerpos, quizás más cercanos a su experiencia cotidiana.


Laura Malosetti Costa es autora de Los primeros modernos, en Fondo de Cultura.


Tomado de http://edant.clarin.com/suplementos/cultura/2002/11/02/u-00303.htm

4 de mayo de 2013

Cómo odio a Sarmiento y Echeverría

Siempre. Leerlos más me confirma. Ni Ansolabehere ni mis compañeros en el seminario de los sábados que tanto disfruto pueden quitarme de la cabeza el grito de "No quiero ser hija de éstos". Ni por herencia nacional, ni por tradición literaria. Odio sus racismos, sus clasismos, elitismos y afrancesamientos. Odio que sobre este tipo de pensamiento y esta literatura gris, opaca, mediocre, apenas propia, apenas "literaria" se asiente toda nuestra historia de la literatura.
Tiene que haber otra cosa, otra línea olvidada que nos salve del sarmientinismo y su chota generación de progresistas. Qué decadente que el "maestro", que la imagen mítica de "la educación argentina" sea alguien con tantos complejos y prejuicios. Si ni siquiera se ocupó nunca de la infancia, si su proyecto era "limpiador" y "exterminante", si abría la boca como pajuerano ante Paris y EEUU. Algo más tengo que encontrar...
(La cautiva me está gustando pero sigue siendo pedorramente romántica para mi gusto y afrancesada en sus modos, tilinga siempre a pesar de lo lindo de la parte de El puñal y lo cómico de María heroica y el nabo de Brian reclamándole pureza sexual luego del malón)

Máquinas deseantes y cuerpo sin órganos

"Entre las máquinas deseantes y el cuerpo sin órganos se levanta un conflicto aparente. Cada conexión de máquinas, cada producción de máquina, cada ruido de máquina se vuelve insoportable para el cuerpo sin órganos. Bajo los órganos siente larvas y gusanos repugnantes, y la acción de un Dios que lo chapucea o lo ahoga al organizarlo. 'El cuerpo es el cuerpo / está solo / y no necesita órganos / el cuerpo nunca es un organismo / los organismos son los enemigos del cuerpo' (Artaud). Tantos clavos en su carne, tantos suplicios. A las máquinas-órganos, el cuerpo sin órganos opone su superficie resbaladiza, opaca y blanda. A los flujos ligados, conectados y recortados, opone su fluido amorfo indiferenciado. A las palabras fonéticas, opone soplos y gritos que son como bloques inarticulados".

Gilles Deleuze y Félix Guattari, "El Anti Edipo" (1972).

3 de mayo de 2013

“La contracultura en Argentina: 1973 – 1989”

CONCURSO ANUAL del H. SENADO DE LA NACIÓN,
LEGISLADOR JOSÉ HERNÁNDEZ
2013

REGLAMENTO


1° La Presidencia del H. Senado de la Nación a través de su Dirección General
de Cultura, en cumplimiento de la Resolución 343/96 convoca al certamen
nacional de ensayos denominado “Concurso anual del H. Senado de la Nación
Legislador José Hernández” sobre “Identidad y Futuro de la Argentina”,
correspondiendo este año 2013 el tema:

“La contracultura en Argentina: 1973 – 1989”


El presente concurso intenta poner en debate las diferentes formas que
tomó la contracultura en el período 1973 – 1989. Estos 16 años son clave, ya
que integran los años de radicalización política, los del terror cívico militar y
el llamado “destape” de la década del ochenta. El objetivo es que puedan
pensarse en tensión los tres momentos: no como compartimentos estancos,
sino tratando de problematizar los vínculos y las transiciones. Que se pueda
pensar de qué manera la dictadura influye en el mundo contracultural
argentino no sólo reprimiendo y aterrorizando sino también forzando a
gestar cenáculos, grupos clandestinos y pulsiones creativas diversas, que
confluirán a partir de la vuelta de la democracia. El mundo intelectual, las
revistas y publicaciones, las artes visuales, la música, la literatura, son
algunos de los temas potenciales que podrían abordarse.

2° Podrán participar en el presente concurso argentinos o residentes en el
país, mayores de 18 años, que presenten uno o más ensayos originales e
inéditos, con excepción de aquellos que hubiesen obtenido con anterioridad
un premio por dicha obra. No podrán ser presentadas las obras de autores que
hubiesen fallecido antes del cierre de esta convocatoria.

3° Los ensayos presentados deberán ser originales e inéditos, producto de una
investigación o de una interpretación original de sus autores. Se presentarán
en cinco (5) copias, en papel tamaño A4 (210 x 297 mm), en cuerpo Arial 12,
interlineado 1,5, en una sola faz. Escritos en castellano, en procesador de texto
Word 7.0 o superior, con sus correspondientes notas (compuestas en cuerpo
10), y la bibliografía utilizada. Deberán tener una extensión mínima de noventa
mil (90.000) caracteres con espacios y una máxima de ciento treinta mil
(130.000), incluyendo referencias bibliográficas, fuentes documentales y notas
al pie. Las copias deberán ser acompañadas por un CD que contenga el trabajo
original, en todos los casos con seudónimo. En sobre aparte y cerrado, se
colocará: en el adverso el seudónimo y el título del ensayo, en su interior una
hoja con el nombre y apellido, un teléfono de contacto, e – mail y demás datos
personales que permitan ubicar al autor.
En caso de presentar dos obras, corresponderá dos seudónimos distintos para
cada caso. La falta o el incumplimiento de cualquiera de los requisitos
precedentes darán lugar a la descalificación del certamen.

4° La participación en el concurso implica, por parte del concursante, la
aceptación íntegra e incondicional de estas bases, tanto como su compromiso
de no retirase del concurso hasta darse a conocer el fallo del jurado. Será
responsabilidad exclusiva del participante el cumplimiento de las siguientes
condiciones de la obra: que sea inédita, de su exclusiva autoría, que no haya
sido presentada en otro concurso pendiente de resolución, que no tenga
cedidos o prometidos los derechos de edición, publicación y/o reproducción
en cualquier forma con terceros.

5° La recepción de los originales se iniciará el día 15 de abril de 2013 y cerrará
indefectiblemente el día 30 de agosto de 2013. El fallo del jurado será
inapelable, y se dará a conocer en la fecha y lugar a determinar. Los premios
serán entregados en un acto público a realizarse en el H. Senado de la Nación.

6° Los ensayos en cinco (5) copias anilladas y el CD correspondiente serán
entregados personalmente o vía postal – por vía certificada – en la calle
Hipólito Yrigoyen 1710, 8° piso, Oficina 819, Dirección General de Cultura
(C1089AAH), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. En el caso de
entregar las obras personalmente, deberá hacerse en el horario de 10 a 18 hs. Teléfono para consultas: 4010 – 5527. E-mail:
concursohernandez@senado.gov.ar. Se hará constar en el sobre “Concurso
Anual del H. Senado de la Nación, Legislador José Hernández - 2013”. En los
envíos postales se tomará como referencia la fecha de matasellos que no
podrá superar la establecida para el cierre estipulado en el presente
reglamento.

7° El jurado estará integrado por cinco (5) miembros: el Presidente de la
Comisión de Educación y Cultura del H. Senado de la Nación, la Sra. Senadora
de la Nación María Rosa Díaz, El Sr. Director General de Cultura del H. Senado
de la Nación Juan Laxagueborde, Florencia Saintout, Graciela Speranza y Javier
Trímboli.

8° El jurado estará facultado para elegir a los ganadores, otorgar, si lo
considere oportuno, menciones de honor sin retribución económica y/o
declarar desierto el certamen en todo o en parte a su exclusivo juicio. Los
premios en ningún caso podrán ser compartidos.

9° Los premios para los ensayos que resultaren ganadores son:
- 1° Premio: $ 20.000 y diploma
- 2° Premio: $ 10.000 y diploma
- 3° Premio: $ 5.000 y diploma
- Hasta tres (3) menciones distinguidas con diplomas, sin retribución
económica, si el jurado lo considere pertinente.
Las obras premiadas serán publicadas en un volumen colectivo.

10° El Honorable Senado de la Nación realizará la edición, corrección,
publicación en un solo volumen y distribución de los ensayos ganadores de los
tres premios y los que hayan obtenido menciones de honor. El H. Senado de la
Nación contribuirá con la difusión del libro editado y llevará a cabo su
presentación pública.

11° La participación en el concurso implicará la aceptación de la cesión, por
parte de su autor, de los derechos de reproducción de la obra a efectos de
una única edición a realizarse por el H. Senado de la Nación. De realizarse
futuras reediciones se actuará conforme las normas vigentes al respecto.

12° El H. Senado de la Nación dará publicidad al dictamen emitido por el
jurado del Concurso, por los medios que habitualmente utiliza para sus
actividades.

13° Los concursantes exoneran de toda responsabilidad al H. Senado de la
Nación, en el caso de que las obras resultaren dañadas o destruídas mientras
estuvieran en poder del mismo. Los trabajos que no resultaren premiados
podrán retirarse personalmente en la Dirección General de Cultura del H.
Senado de la Nación, contra presentación del recibo oficial, hasta treinta (30)
días después de emitido el fallo del certamen, en el horario de 10 a 18 hs.

14° No podrán participar del presente certamen, quienes hayan obtenido
premios anteriores, por haber resultado ganadores, el personal del H. Senado
de la Nación y los familiares directos hasta segundo grado de los miembros
del jurado.

15° Para cualquier diferencia que tuviera que dirimirse por vía judicial, las
partes se someten a los tribunales Federales con asiento en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, haciendo expresa renuncia a todo otro fuero o
jurisdicción que pudiera corresponderle.


Buenos Aires, abril de 2013.

2 de mayo de 2013

Hoy empecé a leer Muerte en Persia y Muerte en Venecia

Annemarie Schwarzenbach: la viajera inconsolable


Su extraña y desgarradora belleza hizo que Thomas Mann la bautizara para siempre como "el ángel devastado", aunque su fuerza también demostró ser devastadora.

Doctora en filosofía, arqueóloga, periodista, fotógrafa y novelista, Annemarie registró en sus crónicas y en sus obras de ficción las costumbres, la historia y los paisajes de los países que recorrió (Persia, Afganistán, el Congo Belga, Rusia, los Estados Unidos), así como el espíritu de sus habitantes.





La belleza andrógina del rostro de Annemarie, su inteligencia, enriquecida por una vasta cultura, seducían por igual a hombres y mujeres. El dinero de su poderosa familia le facilitó el conocimiento de los territorios más remotos. En esas comarcas, intentaba hallar el pasaje a "otro mundo", huía de la civilización occidental, de lo que se dio en llamar "la enfermedad de Europa". Impulsada por su sed de absoluto, Schwarzenbach convirtió su "huida" a otros continentes en una experiencia casi mística, que terminó por destruirla.

Alfred Schwarzenbach, el padre de Annemarie, pertenecía a una familia patricia de Suiza que había forjado una inmensa fortuna en la industria de la seda. Su esposa, Renée Wille, era una aristócrata alemana emparentada con el canciller Von Bismarck. El matrimonio tuvo tres varones y dos hijas. Annemarie fue la tercera en nacer, el 23 de mayo de 1908. Para albergar a esa numerosa familia, Alfred y Renée compraron una vasta propiedad, Bocken, cerca de la aldea de Horgen. Renée tenía tres pasiones: los caballos, la música y la mezzo soprano alemana Emma Krüger.

Renée le inculcó a Annemarie su amor por la música y la hija se convirtió en una gran pianista, pero su interés más profundo era la escritura. La madre no veía con buenos ojos que la chica escribiera porque sentía que así escapaba de su control. No es extraño que el título de uno de los primeros relatos de Annemarie fuera "Cuento de la princesa prisionera". Como su salud era frágil, cursó la escuela primaria en su hogar y sólo ingresó en un instituto de enseñanza pública en el secundario. Por fin, la muchacha podía salir de su casa. Entonces aprovechó para hacerse escapadas al teatro. Esas travesuras tuvieron un resultado imprevisto: se enamoró de una actriz. Cuando Renée se enteró, la envió a un pensionado en el que se educaban jóvenes de buena familia.

En 1923, Annemarie ingresó en la Universidad. Los muchachos se sentían impresionados por esa joven alta, aristocrática, inteligente y de rostro angelical. Ella miraba con cierta condescendencia a sus compañeros porque sólo se ocupaban de frivolidades. Annemarie, en cambio, aspiraba a ir al fondo de las cosas y encontrarle un sentido a la existencia. Ese sentido sería una señal de Dios, que le permitiría salvarse. Por supuesto, seguía escribiendo. Hizo un viaje a París hacia fines de 1928 y frecuentó el ambiente de la bohemia, pero también trabajó. Volvió de esa estadía con tres textos: Nouvelle Parisiense I, II y París III.


Sus primeros viajes y los hermanos Mann


En 1930 se produjo un encuentro decisivo en la vida de la muchacha. Conoció a Erika y Klaus Mann, los hijos de Thomas Mann, el autor de La montaña mágica. Los hermanos eran los niños terribles del mundo intelectual alemán. Tenían ideas revolucionarias y se burlaban de las convenciones. Les interesaba el teatro y ponían en escena obras provocadoras.

Annemarie se enamoró de Erika, pero ésta sólo sentía amistad por ella y siempre se comportó respecto de la "princesa Miro" -así la habían apodado los Mann- como una hermana mayor.

Después de que Annemarie terminó su doctorado en historia, en 1931, se publicó su primera novela, Los amigos de Bernhardt, donde retrata la atmósfera de desesperanza y disipación en la que vivía su generación. Bernhardt, el protagonista, es un joven de buena familia que quiere ser pianista y entra en contacto con un ambiente alejado de los ideales burgueses. Entre sus nuevos amigos, la angustia y la falta de valores se resuelve en una ronda amorosa en la que todas las combinaciones son posibles por la indeterminación sexual de quienes participan en ella. El carácter autobiográfico del relato era evidente.

Para escapar de su familia, Annemarie logró que el profesor Carl Burckhardt le propusiera ayudarlo a preparar un libro biográfico, lo que la obligó a trasladarse a Berlín. A comienzos de los años 30, la capital de Alemania tenía la vida nocturna quizá más intensa de Europa. Ese ambiente tuvo un efecto perturbador en la joven. Al principio frecuentó diariamente los clubes y bares de lesbianas donde su belleza andrógina tuvo un éxito imaginable. Por primera vez, sintió que había perdido el control de su vida. Sin ninguna obligación, librada a sí misma, se enajenaba bebiendo o haciendo el amor de un modo promiscuo. Pasada la primera euforia, tuvo una "crisis de nervios" y estuvo a punto de suicidarse.

Annemarie encontraba en la escritura la única manera de combatir la angustia y la sensación de traicionar a su familia que la acosaba cuando quería ejercer su libertad. Al escribir, el dolor no cesaba, pero encontraba un cauce y le impedía entregarse a actos de los cuales después se arrepentía. Ese sería el molde de conducta de toda su vida. Tenía que poner por escrito sus experiencias, porque era la única manera de escapar del vacío, pero esa tarea en la que debía hurgar en sus sentimientos más profundos para compartirlos con los otros la desgarraba y, al cabo de un tiempo, aumentaba su angustia, lo que la llevaba, en un círculo sin fin, a escribir incesantemente, como alucinada.

En Berlín, Annemarie terminó Nouvelle lírica, donde cuenta el amor desdichado de un joven con una cantante de cabaret. El libro apareció en abril de 1933, en el momento en que el ascenso de Hitler al poder era inevitable. La obra pasó casi inadvertida. Nadie estaba interesado en un tema tan alejado de la realidad política. Con todo, Anne no se sintió desanimada.



Huyendo del horror


Después de un viaje a Escandinavia para hacer reportajes destinados a la agencia Akademia, la joven suiza conoció a Mopsa Sternheim, una mujer que conseguía drogas como si se tratara de azúcar. En noviembre de 1932, Annemarie comenzó a consumir morfina y pronto se convirtió en adicta. Buscaba en los "paraísos artificiales" una manera de paliar la angustia que la devoraba. Por supuesto, sólo lograba agravar el desamparo que la torturaba.

En esos meses, Erika y Klaus, acérrimos militantes antinazis, debieron huir de Alemania porque estaban a punto de ser detenidos. Erika se refugió en Suiza y Klaus se fue a París. El no volvería a pisar su patria sino doce años después.

Por entonces, Annemarie comenzó su novela Huida hacia arriba. El protagonista Francis von Ruthern se siente inepto para enfrentar el caos, las traiciones y las mezquindades de la historia, por eso decide irse a vivir a las montañas, el mundo que ama, donde piensa ser útil a los demás y satisfacer su deseo de serenidad. Como una señal del destino, cuando regresa a las cimas, salva a un niño de morir en la nieve.

Al igual que el protagonista de su novela, Annemarie no se sentía con fuerzas para luchar contra el mundo "de abajo", es decir contra el nazismo y, sin embargo, tampoco podía desentenderse de lo que pasaba. Tironeada por esos dos sentimientos, le propuso a Klaus que dirigiera una revista de oposición a Hitler. Así nació Die Sammlung, que duraría dos años y se editaría en Amsterdam. Annemarie fue quien proveyó secretamente los fondos para esa empresa. Entre los colaboradores del mensuario estaban André Gide, Aldous Huxley, Heinrich Mann, Bertolt Brecht, Joseph Roth, Ernest Hemingway, Albert Einstein y Jean Cocteau.


El viaje a Persia


A mediados de 1933, Annemarie empezó a preparar un viaje a Persia que había postergado. El 12 de octubre subió al Orient-Express. Regresaría siete meses más tarde, después de haber cumplido un itinerario que la llevó hasta Persia.

La extrañeza de los paisajes, de las costumbres, la sumieron en la melancolía y en una sensación de irrealidad. Los desiertos a la luz de la luna se le antojaban imágenes de pesadilla. Durante ese recorrido bebió, se drogó, se enfermó, dudó de sus conocimientos de arqueología y extrañó Europa. Para olvidarse de sí misma, por las noches se internaba en los barrios más tenebrosos de las ciudades, frecuentaba prostitutas y se despertaba atontada por el haschich. Como resultado de ese viaje, escribió Invierno en Medio Oriente, su libro más objetivo, donde evitó volcar su intimidad.

Cuando volvió a Europa, se enteró de que el Tercer Reich le negaba la condición de residente. Convertida en una abierta opositora a los nazis, Annemarie acompañó a Klaus Mann al Primer Congreso de Escritores Soviéticos, en Moscú. Al principio se entusiasmó con lo que vio, pero pronto le chocaron la sumisión al Partido y el militarismo. Además, no estaba de acuerdo con el realismo socialista que cercenaba el costado "metafísico" de la literatura.


Pasiones arábicas


En septiembre de 1934, Annemarie volvió a Persia. Fue a trabajar en una cantera arqueológica. Llevaba una vida ordenada, que la alegraba, pero por la noche la soledad de su cuarto y los ruidos desconocidos la aterrorizaban. Afortunadamente en la legación francesa de Teherán conoció al diplomático Claude Clarac, segundo secretario de la embajada. Se hicieron amigos inseparables. Él, en realidad, se había enamorado de ella, a pesar de que se sentía más bien atraído por los hombres. La relación entre ambos progresó de tal modo que Clarac le propuso matrimonio a Annemarie y ella aceptó antes de volver a Europa. Contraerían matrimonio unos meses después.

El 13 de abril de 1935, Annemarie llegó a Beirut donde la esperaba Clarac. De allí partieron a Teherán para casarse. Cuando llegó el verano, la pareja dejó la ciudad para escapar del calor y se trasladó a las montañas. Vivían en un pabellón del príncipe Fiouz-Mirza, en un lugar paradisíaco. Durante esos meses en Persia, Annemarie escribió un libro de relatos, "La jaula de los halcones", que nadie quiso editar. Más tarde, la autora incluiría algunos de ellos en "Exilios en Oriente". Los protagonistas son europeos que han quedado varados entre paisajes y costumbres que lentamente han carcomido sus voluntades o los han convertido en seres a menudo excéntricos, expuestos al desvarío.

La rutina de una esposa de diplomático estaba hecha para irritar a Annemarie. La escritura le servía de consuelo, así como la droga, hasta que en una reunión conoció a una joven persa, Yalé. Las dos se enamoraron. Yalé estaba enferma de tuberculosis y sabía que no viviría mucho. El padre de la muchacha, enfurecido por la pasión de su hija, la encerró en su casa y le prohibió que viera a Mme. Clarac.

Una vez más llegó el verano y Annemarie debió seguir a su esposo al Valle Feliz, entre las montañas. En ese lugar aislado, se enteró de la muerte de Yalé. La historia de ese amor está contado en La muerte en Persia (editado en español), un libro de crónicas y relatos de gran belleza. La terrible estadía en las montañas quedó registrada en El Valle Feliz.

Cuando Annemarie volvió a fines de 1935 a su patria, descubrió con angustia que la mayoría de sus amistades querían dejar el continente o por lo menos Alemania. Como el trabajo siempre había sido para ella una tabla de salvación, Annemarie resolvió viajar a los Estados Unidos con el fin de hacer notas destinadas a publicaciones alemanas. Entre septiembre de 1936 y enero de 1938 pasó dos largas temporadas en América. En la primera, hizo una serie de reportajes en ciudades industriales de Pennsylvania. Conversó con negros, blancos, enfermos. Captó con su cámara la mirada desesperanzada de la gente. Después volvió a Europa y se entusiasmó con el proyecto de escribir la biografía del alpinista Lorenz Saladin. Terminó el libro en poco tiempo y cuando se publicó fue un éxito.

En su segundo viaje a los Estados Unidos, Schwarzenbach se ocupó de investigar las condiciones de vida de los obreros agrícolas y los problemas raciales en el Sur. Escribió entonces artículos de una calidad excepcional.


Por Afganistán


A mediados de 1938, Annemarie conoció a Ella Maillart, la gran escritora de viajes suiza, de la que había leído Oasis prohibidos. Las nuevas amigas planearon viajar por Afganistán en el Ford de Annemarie. Maillart se dio cuenta desde el comienzo que debería ocuparse de las angustias y la adicción de su compañera, pero pensaba que podría ayudarla. Las viajeras despertaron curiosidad y cierto asombro escandalizado en Afganistán. Sin embargo, nadie les negó hospedaje y comida. Después de doce semanas llegaron a Kabul, donde se enteraron del pacto germano-soviético y del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Resolvieron separarse porque esas novedades aceleraban sus proyectos personales. Maillart partió hacia la India, mientras que Annemarie resolvió recorrer el Turkestán afgano. De su viaje con Maillart queda un testimonio apasionante, el libro ¿Dónde está la tierra de las promesas?


Violencia y locura


Annemarie volvió a Europa en 1940. Llegó a un continente devastado por el huracán nazi. Los Schwarzenbach habían perdido las tres cuartas partes de su fortuna.

Annemarie se refugió como siempre en Sils. Una vez más, la casualidad le dio un nuevo rumbo a su vida. Margot von Opel, una de las mujeres más ricas de Europa, esposa del industrial Fritz von Opel, se encontró con la escritora en casa de unos conocidos e inició con ella una relación que Fritz toleraría de mala gana. Margot le propuso a Annemarie que se fuera con ella a Nueva York.

La tercera estadía de Schwarzenbach en los Estados Unidos estuvo marcada por el dolor, el drama y los escándalos. En Nueva York vivía con los Von Opel en el Plaza Hotel. Sólo podía escribir si se emborrachaba o se drogaba, pero la mezcla de drogas y alcohol la volvía agresiva y, en una oportunidad, trató de estrangular a Margot.

A pesar del estado de agitación que consumía a Annemarie, una joven novelista de 23 años que empezaba su carrera, Carson McCullers, la formidable autora de El corazón es un cazador solitario, se enamoró de ella (tiempo después le dedicaría Reflejos en un ojo dorado). Annemarie admiraba el talento de Carson, pero no podía responder a los sentimientos de la muchacha y, además, no quería romper con Margot.

Extrañaba Europa y la suerte de sus amigos, atrapados por la guerra, la sumía en la desesperación. Una noche, mientras Margot dormía, intentó nuevamente estrangularla y, espantada por lo que iba a hacer, empezó a gritar de tal modo que despertó a todo el hotel. Pocos días después, llegó la noticia de que Alfred Schwarzenbach había muerto. Su hija, enloquecida, trató de suicidarse. Uno de los hermanos de Annemarie, que vivía en Nueva York, decidió internarla. En la clínica le impedían escribir, por lo que Annemarie tuvo varias crisis de violencia. Aunque estaba estrechamente vigilada, logró escaparse. Su fuga fue dramática. Caminó kilómetros en el frío. Llamó a un amigo y lo convenció de que la albergara en su departamento, pero desencadenó un escándalo con sus gritos -porque, según ella, nadie la entendía-, se encerró en el baño y se abrió las venas. La internaron en una clínica de White Plains y se le comunicó que sólo podría salir de allí para volver a Europa. Se la había declarado insana y se la expulsaba para siempre del país.


La serenidad y la última caída


En Suiza, se enteró de que su madre se hallaba enferma y de que los Schwarzenbach habían resuelto que Annemarie debía dejar Suiza. Le ofrecieron mucho dinero para que se fuera. Sólo tenía una posibilidad: volver a partir. Esta vez pensó en África. Se embarcó en Lisboa y, después de una larga travesía y de viajes en ferrocarril, llegó a Leopoldville, la capital del Congo belga.

Como esposa de diplomático, la alojó el cónsul de Suiza. Pero comenzaron a correr rumores que la perjudicaron. Se decía que era una espía del Tercer Reich. Annemarie resolvió entonces abandonar la ciudad. Había oído hablar de un suizo de apellido Vivien, cuya plantación estaba en Molanda, en la selva ecuatorial. Se le ocurrió que ése era un tema interesante para los lectores suizos. Se puso en camino. Llegó a Lisala, el lugar que Conrad describió en El corazón de las tinieblas. Allí esperó doce días hasta que un coche la llevó a la plantación de los Vivien, la más importante del Congo. Esa inmensa propiedad era dirigida por Mme.Vivien, que había quedado sola después de que su marido, gravemente enfermo, regresó a Europa.

Ella era una mujer enérgica, protectora y muy tierna. Hospedó a Annemarie en una casa espaciosa. Lejos de toda distracción, Schwarzenbach escribió quince artículos, dos textos poéticos y uno de prosa, pero como siempre la escritura la dejaba en carne viva. La señora Vivien se dio cuenta de lo que le pasaba a su huésped y le propuso acompañarla en un viaje por el continente africano. La escritora aceptó.

Durante los meses que Annemarie vivió bajo la protección de la señora Vivien, escribió El milagro del árbol, la historia de amor de un hombre y una mujer que, para respetar la independencia de sus almas, resuelven separarse. Una vez terminada la novela, Annemarie se embarcó rumbo a Europa.

Ya en Suiza, se instaló en la Jägerhaus de Sils. Había llegado a aceptar que nunca estaría del todo curada de su adicción, pero que eso no importaba, siempre podría renacer. El 6 de septiembre de 1942 iba en un coche a caballo hacia Saint-Moritz, se encontró con una amiga montada en una bicicleta y acordaron intercambiar los vehículos. Annemarie, para probar que no había perdido su destreza, se lanzó cuesta abajo sin tomarse de los manubrios, como acostumbraba hacer en la niñez. Chocó con un obstáculo, voló por el aire y su cabeza dio contra una piedra. Nunca recuperaría por completo la lucidez. El 15 de noviembre de 1942 murió en Sils como consecuencia del accidente.

Hoy, sus textos permiten tener una visión lateral, pero estremecedora, del espíritu de una época y de las angustias de una generación. Son testimonios de que el mundo había estallado en fragmentos y de que cualquier intento de huir, y no de enfrentar esa catástrofe, sólo podía terminar en tragedia o en una inútil inmolación a un dios silencioso y ausente.


Tomado de viajeros.com