Autocronograma

AUTOCRONOGRAMA

2008: 23 años deseando esta carrera.

2010: Bitácora de quien estudia en Puán porque la vida es justa y (si te dejás) siempre te lleva para donde querés ir.

2011: Te amo te amo te amo, dame más: Seminarios y materias al por mayor.

2012: Crónicas de la deslumbrada:Letras es todo lo que imaginé y más.

2013: Estampas del mejor viaje porque "la carrera" ya tiene caras y cuerpos amorosos.

2014: Emprolijar los cabos sueltos de esta madeja.

2015: Pata en alto para leer y escribir todo lo acumulado.

2016: El año del Alemán obligatorio.

2017: Dicen que me tengo que recibir.

2018: El año del flamenco: parada en la pata de la última materia y bailando hacia Madrid.

2019: Licenciada licenciate y dejá de cursar mil seminarios. (No funcionó el automandato)

2020: Ya tú sabes qué ha sucedido... No voy a decir "sin palabras" sino "sin Puán".

2021: Semipresencialidad y virtualidad caliente: El regreso: Onceava temporada.

2022: O que será que será Que andam sussurrando em versos e trovas 2023: Verano de escritura de 3 monografías y una obra teatral para cerrar racimo de seminarios. Primer año de ya 15 de carrera en que no sé qué me depara el futuro marzo ni me prometo nada.

30 de abril de 2012

Como ser un niño de verdad

Juan Diego Vila me convocó, junto con cuatro de mis compañeros de Española II, de Azul, de Seminario, a participar del UBACYT que dirige.
Hace unos días que dijimos que sí y nos abrazamos. Tardé en contarlo acá. ¿Tendría que cambiarle el nombre al blog? ¿Yo investigadora? ¿Dígame investigadora? Es más de lo que se me hubiera podido ocurrir a mí sola.
Así debe haberse sentido Pinocho al final del cuento. Extraño a mí mamá para contárselo. Empiezo el viernes que viene.



Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas ''Dr. Amado Alonso'', Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
25 de Mayo 217, 1er piso 1002
Buenos Aires

Encamada con parcial

DOmiciliario. De Española I. Que más parece detenión domicialiaria o internación domiciliaria.
De El conde Lucanor ni hablar, que hasta mi edición Sopena traída hace milenios de la biblioteca de mi abuelo, el garca, me da como cosita de herencia falocéntrica y didáctico moralizante mal. No sé cómo voy a hacer para ponerme seria si me tocó analizar el odiado apólogo del joven que casó con mujer brava.
Del Libro del Caballero Zifar lo único bueno de haberme tragado todo es que me causa mucho más gracia Don Quijote y me imagino lo que se debe de haber matado de risa Cervantes al escribirlo: Manga de alfeñiques advenedizos y "temerosos de Dios" buscando reino con rey viejo y viuda desprotejida o infanta casadera mientras "una bos" les confirma que hasta el adulterio está bien si no se coge y se sigue rezando y ascendiendo socialmente "según el plan divino".

27 de abril de 2012

Dios no le presta atención a nuestro cuerpo

Capítulo VI: La virginidad

"Tan importante y admirable es la virginidad que ni podemos ni debemos decir pocas cosas de ella. Sin embargo nosotros mantendremos la brevedad que nos propusimos con el objeto de no olvidar que somos preceptores y no pregoneros. Denomino virginidad a la integridad de la mente que se extiende, también, al cuerpo, y me refiero a esa integridad que está exenta de toda clase de corrupción y contagio. No hay ningún tipo de vida más semejante a la celestial que la del estado virginal, porque allí en el cielo seremos semejantes a los ángeles de Dios, sin que en el futuro tengamos sensación alguna que dimane del sexo. Allí ninguna boda se celebrará entre varones y hembras. ¿Qué cosa hay, entre los seres creados, más pura, más libre de sexo, del acto carnal y de la servidumbre del cuerpo que las mentes angélicas? ¿Qué existe entre los hombres que exprese esto mejor que la virginidad? Además, la parte más importante de esta pureza y de esta integridad está ubicada, casi en su totalidad, en el alma, en la que también se sitúa la fuente de todas las virtudes. Porque nuestro cuerpo está hecho de barro, es pesado y tan sólo es un ejecutor de nuestra voluntad; Dios no le presta ninguna atención ni se ocupa de él, por serle totalmente ajeno, sino que mira sólo al alma, que es de naturaleza parecida a la suya y, en cierto aspecto, cercana. Por lo tanto, aquellas mujeres que conservan el cuerpo íntegro con un alma viciada, neciamente se atribuyen el nombre o la gloria de la virginidad."


Juan Luis Vives.(1492-1540. La formación de la mujer cristiana.


http://bivaldi.gva.es/i18n/corpus/unidad.cmd?idCorpus=1&idUnidad=10066&posicion=1

Posborgianas

:: Filba ::
Tradiciones posborgianas
17-04-2012 | Federico Falco, Fernanda García Lao, Oliverio Coelho

Fernanda García Lao, Oliverio Coelho y Federico Falco -con la moderación de Patricio Zunini- partieron de un ensayo de Roberto Bolaño para discutir acerca de las tradiciones posborgianas en la literatura argentina. El encuentro se desarrolló en el marco del festival Filba Nacional 2012, que transcurrió entre el 22 y el 25 de marzo en la ciudad de Bahía Blanca.

Desgrabación: PZ.

posborgianas

En “Derivas de la pesada”, un ensayo que apareció publicado en forma póstuma en el volumen Entre paréntesis, Roberto Bolaño definía que la literatura argentina posborgiana podía dividirse en tres corrientes bien definidas, ninguna de ellas del todo satisfactoria: la que abre Osvaldo Soriano, la que involuntariamente nace con Roberto Arlt (propuesto por Ricardo Piglia) y la que inaugura Osvaldo Lamborghini y luego continúa César Aira. ¿Se confirman o cuestionan estos cánones en la narrativa contemporánea? Con este disparador, los escritores Oliverio Coelho, Fernanda García Lao y Federico Falco, moderados por Patricio Zunini, participaron del panel “Tradiciones posborgianas”, cuestionaron la clasificación esquemática y buscaron encontrarse en tradiciones mestizas que rompen los moldes impuestos desde la distancia de Barcelona.

*

¿Qué piensan de esta clasificación de Bolaño y cómo se sitúan ustedes ante estas tres vertientes?

Fernanda García Lao: Es raro discutir la literatura argentina vista por los ojos de Bolaño, alguien que ya no está. En algunas cosas coincido, sobre todo en el miedo que me produce Lamborghini. Lamborghini me parece como una pastilla de cianuro y lo puedo leer en cuentas gotas porque me resulta muy perturbador, pero además en exceso. Creo que Soriano, que ya tampoco está vigente, ha tenido más secuelas de las que nos gustaría admitir en la literatura argentina. Nadie se quiere parecer a Soriano, pero uno puede reconocer cierto territorio común en esta cosa del policial y del barrio que ha seguido rindiendo frutos. A todos nos parece más interesante, a lo mejor, ser arltianos. Por otro lado lo veo a Piglia tan distinto de Arlt que realmente esto de estetizar al humillado me parece una operación humillante. Piglia no me interesa y Arlt es el más vivo y vigente y convocante desde mi mirada y mi escritura, comparado con el resto. Por otro lado no está Copi, que para mí es rarísimo que no esté porque lo veo mucho más heredero de Arlt que Piglia, y a mí me falta Gombrowicz, que lo hemos leído todos como si fuera el tío polaco extraviado que le hizo mucho bien a la literatura argentina.

Federico Falco: El texto de Bolaño, creo, es un texto raro de por sí. En principio está haciendo una operación de mapeo de campo, pero desde un lugar que no es donde usualmente se hacen esos mapeos, que es el académico. Es un mapeo que viene más de lector, viene del placer de lector. Creo que es desde donde hablaba Bolaño usualmente. Lo que pasa es que es un poco más complejo pensar a Bolaño leyendo la literatura argentina desde Barcelona y mediada por una serie de situaciones. Creo que de alguna manera lo que está plasmando es más su propia pasión por una literatura que una cuestión de rigor científico para pensar una tradición o una literatura nacional. En algún punto hay muchos huecos y lugares de polémica en el artículo. Creo que también estaba consciente de esas polémicas. Particularmente entiendo por dónde va su planteo, pero también siento que hay zonas muy grandes que quedan totalmente olvidadas, que tal vez Bolaño no las conociera. Pienso, por ejemplo, que no aparece Copi, no hay ninguna referencia a Puig y no aparece Saer, que de alguna manera marcan el panorama de la literatura argentina. Esto siempre y cuando también estemos de acuerdo en pensar la muerte de Borges como un corte en la literatura, que tal vez no necesariamente sea así. Hay continuidades y zonas en las que de alguna manera se van solapando las cosas. Entonces mi primer acercamiento al artículo tiene que ver con pensarlo más como un gesto de escándalo, de tirar la piedra y propiciar este tipo de egos, este tipo de lugares donde discutamos esto a partir de su pasión como lector y también como un lugar de ausencias muy importantes. En algún punto, la inclusión de Soriano cuando el artículo se publica ya era una referencia que había quedado un tanto antigua. Pensar a Aira solamente como heredero de Lamborghini también es un poco arriesgado. Si bien hay una relación muy cercana de Aira como albacea de Lamborghini, él también desarrolla e introduce algo en la literatura argentina que Lamborghini no había hecho. Y también hay una situación un tanto extraña de pensar al Piglia académico que en algún momento rescata a Arlt con el Piglia escritor. Esa relación existe, pero no necesariamente está en la obra literaria de Piglia. Hay muchos corrimientos en el texto, muchas zonas de extrañeza.

Oliverio Coelho: Yo tuve la impresión de que Bolaño en realidad estaba trazando un mapa de la literatura argentina que mostraba sus limitaciones como lector de la esa literatura y que mostraba también cómo en España se gesta un canon paralelo. De alguna manera su posición, cuando escribe ese artículo, no es excéntrica. Es una posición central y eurocéntrica. De hecho toma escritores que se pueden serializar. Es una manera de neutralizar las distintas corrientes de la literatura argentina. La riqueza de la literatura argentina proviene de que es una constelación de estéticas singulares, y en esa serialización está operando como un académico o un pseudoacadémico. Coincide a veces con operaciones de la Academia acá, pero veo a Bolaño también como un ventrílocuo de escritores argentinos que viven allá y tienen su propia visión de la tradición literaria local. De ahí también proviene la grandeza de Bolaño que, según me contaron, organizaba sus propias tertulias. Bueno, él no pudo tener una visión cabal de ciertos autores; de ahí sus omisiones: Saer, Puig, Di Benedetto, Copi. Probablemente los conociera, pero en esa tertulia había voces que probablemente censuraran. Probablemente le dirían “Chejfec no” y entonces se perdía Chefjec. Hay autores que se ganan un prestigio negativo, y para ciertos lectores acá tienen un prestigio positivo. Nosotros leemos a Saer por las mismas razones que probablemente le dijeran que no leyera a Saer, nosotros lo leemos por eso. Son criterios de valoración que están muy claros en ese texto, como identificar a Soriano con el escritor entretenido. Son criterios de valoración muy compatibles con el sentido común: por eso no me parece un texto que sea provocador. Creo que incluso Fogwill era más provocador.

Fernanda García Lao: Sobre todo que desde el título, con esto de “la pesada”, viene a instalar la idea periférica de un chileno de dinamitar el centro, que sería Buenos Aires y Borges, y nosotros desde adentro lo vivimos distinto. No sé si alguien se pone a escribir con la carga de Borges que se supone que tenemos. Creo que Borges es el abuelo de todos y no corremos ningún riesgo porque no somos la generación que tuvo que escribir en contra. Todos sabemos que está ahí, pero por ahí les resulta un mojón más significativo a otros países latinoamericanos. Es como a los colombianos con el estigma Macondo, pero realmente ahora no es ni un peso ni una carga. Me parece que Bolaño instituye la idea de la pesada como la literatura argentina que se lleva adelante al resto de las literaturas más chicas de Latinoamérica, pero es una idea muy caprichosa que tiene una vocación provocadora que no termina de cumplir en el texto. Se pone previsible.

¿Cuáles son los mecanismos de validación o legitimación de la literatura argentina en el exterior?

Oliverio Coelho: Son ilusiones ópticas, un mecanismo efímero que produce que de pronto Soriano aparezca incluido en este canon cuando acá ya casi no se leía, como decía Falco. Walsh, por ejemplo, no aparece nombrado en estas tres corrientes que Bolaño intuye y es un escritor legimitado acá. Creo que los mecanismos de legitimación también a largo plazo se establecen en un país. Saer no fue legitimado a través del mercado español. Probablemente haya legitimaciones momentáneas que puedan facilitar la vida material de un escritor, pero todo escritor sabe que es un espejismo. El trabajo se hace en relación a una lengua propia y con un paisaje que para muchos es argentino. Me llama la atención que haya escritores argentinos que pueden escribir novelas totalmente ambientadas en Europa sin que haya marcas de la argentinidad en el narrador, que logran una lengua neutra. Me parece que quizás ese es un escritor argentino que encuentra una legitimación amoldándose o mimetizándose con otro campo literario. Si hablamos del campo literario argentino, acá están los mecanismos de legitimación que son temporales. Ni siquiera podemos decir que vienen de la Academia, aunque a veces acierte.

Fernanda García Lao: Es muy aventurero ponerse a imaginar qué necesita un escritor argentino en Europa con la mirada de un español. Yo, que he vivido la mitad de mi vida allá, no tengo ni idea. Y no creo que uno escriba esperando en ser legitimado por la Corona. Además, en los últimos años a partir de la producción de blogs y de lectura cruzada con otros países latinoamericanos, ha empezado a fluir cierta dinámica muy latinoamericana que no está pendiente de lo que se espera del otro lado del charco, que es muy diferente. A mí me interesa más leer a un mexicano o que un mexicano me lea a mí, que un español. Y siento que hay alguna materia en común que me enlaza con otra locura. Desde España hay un intento normalizador y en eso estoy de acuerdo con Oliverio: no sé si te exigen que neutralices tu idioma para que se entienda, pero sí me ha pasado en alguna lectura que alguien se quejara porque no entendía el argot argentino.

Oliverio Coelho: Y nosotros no entendemos el español.

Fernanda García Lao: Y por las traducciones hechas en España hay autores que son directamente ilegibles. Pero la legitimidad es imprevisible y momentánea y afortunadamente se va moviendo. Y uno no piensa en eso: se sienta a escribir desde otro lugar.

Federico Falco: Una cosa es escribir y otra es el rol de ser escritor. Como si hubiera dos ambientes: el cuarto cerrado –por poner una imagen– cuando uno escribe, y el momento en que uno como escritor –y no necesariamente la obra– sale de ese cuarto y lo que pasa incluso con el cuerpo de uno jugando un rol social. Yo siempre digo que los escritores, en general, tenemos malas dotes sociales. En algún caso las legitimaciones provienen de ese don de gente, para llamarlo de alguna manera, y en otro caso provienen de circulaciones sumamente azarosas de las obras. O pueden provenir de coincidencias, que a veces uno hasta desearía que no existieran. Pero en algún momento uno está escribiendo cosas que a otra persona le interesan por alguna razón, aunque sea una razón equivocada. Creo que todo lo que sucede en ese afuera, en ese campo, son problemas de campo. Son problemas de sociología. Uno no lo puede manejar. En algunos casos no queda más que mirarlo asombrado. Desde un lugar extraño. Por otro lado, en la última década, lo que pasa con la irrupción de internet y los blogs genera una expansión muy grande del campo y la posibilidad, como decía Fernanda, de estar leyendo y de estar construyendo una tradición mucho más allá de la literatura argentina y de la que puede circular en la argentina. Y de encontrar afinidades, por ejemplo con la literatura boliviana, y decir “En Bolivia están pasando cosas buenísimas, increíbles, están pensando diferente” y yo me siento mucho más afín con lo que pasa en Bolivia o México que con lo que pasa en España. De gente que no llego a conocer personalmente y que simplemente leo su blog, twitter o facebook y me voy enterando qué están haciendo, qué están leyendo, cuáles son sus referencias. Hay una complejidad que es sumamente vital y que renueva muchísimo. Por otro lado eso hace que las cosas reboten y que uno pueda llegar a leer la literatura argentina a la luz de esas miradas de afuera y repensarla. En algún punto es lo que hace Bolaño. Pensemos el texto de Bolaño, pero también pensemos textos de determinados autores bolivianos o chilenos o mexicanos que leen la literatura argentina desde una distancia que muchas veces es sana. Una distancia que les permite poner cosas en cierto lugar, hacer relaciones totalmente nuevas que a uno, por estar tan metido en el problema, no se le hubieran ocurrido.

Hablando de esto, entonces: ¿cómo se adscribe a una tradición? ¿De qué manera piensan su obra en torno a una tradición? ¿Sienten que comparten un universo con otros escritores?

Oliverio Coelho: Me cuesta pensar qué libros pueden estar en relación a una tradición. Seguramente lo estén, pero como escritor no puedo dar mi lectura. De hecho, a veces, me sorprenden las asociaciones en algunas reseñas. En cambio uno sí puede pensarse como lector de una tradición. Y las lecturas tal vez determinan cierto camino en la escritura. Volviendo a lo anterior, me quedé pensando en el caso de Levrero que fue súbitamente legitimado después de su muerte. Es un caso extraño, pero de alguna manera hecha luz sobre ese funcionamiento. Quizás ya estaba legitimado en Uruguay pero el que lo empezaran a publicar en España rebotó: se hizo más conocido. Aunque hay que decir que los lectores duros, voraces, ya lo conocían. Ellos no se necesitan estos rebotes, porque descubre a los escritores antes que el mercado. Y hay lectores generosos, que a la vez son escritores y están metidos en cierto entramado editorial, como Fogwill que, cuando descubrió a Levrero (que creo que lo descubrió a través de Aira), hizo lo posible para que lo publicaran en España.

Federico Falco: Ese caso es súper sintomático porque había una serie de novelas de Levrero publicadas en España a finales de los ochenta —una con prólogo de Muñoz Molina: evidentemente había una idea de mercado, de prologar por alguien consolidado en el mercado a un autor latinoamericano— que pasaron totalmente desapercibidas.

Fernanda García Lao: A Di Benedetto le pasó más o menos lo mismo: había publicado bastante en España y seguía siendo un desconocido. Y acá tampoco se lo leía demasiado. Yo tengo como un deber de evangelizadora con Zama. Además me resulta muy sintomático que en esa lista de Bolaño —y en todas las listas— no haya mujeres escritoras. No está Alejandra Pizarnik, por ejemplo. Pizarnik ha dejado una impronta increíble, todos le debemos ese surfeo por la locura. Me parece que la lista sigue siendo muy misógina. Coincido en que cuando uno escribe filtra y no está tan claro de dónde viene cada cosa. Hay un procedimiento azaroso, medio mágico, no tan racional. Disfruto leyendo a escritores que escriben diametralmente opuesto a mí, no necesito que me confirmen mi lugar. Por otro lado, sí puedo reconocer cierta familiaridad en el tono; me siento más cerca del escritor que busca más el lado b de la realidad que los grandes temas. No soy épica. Yo también me siento heredera de Felisberto. No sé si es tanto lo argentino, solamente: habría que hablar de lo rioplatense. Pero además yo me formé en España por lo que mis lecturas también fueron otras. No sé qué le debo a quién. La verdad a todos. También uno lee por antagonismo algunas cosas que sabe que no le van a gustar.

Federico Falco: En la idea de la tradición hay algo que tiene que ver con una idea muy positivista, con un progreso de genealogía. Hay que pensar las cosas de otro lugar: si bien uno piensa en las lecturas, hay muchísimas influencias del cine, de la música, del videoclip, de internet como medio de navegación o como formato. Todo eso está y en este momento es mucho más interesante —no sé si más correcto, pero sí más interesante— pensar a partir de estas hibridaciones y cruces de géneros y formas. Creo que pienso más en arte contemporáneo que en literatura contemporánea. Por un lado, por una cuestión profesional, pero también porque me parece más interesante lo que pasa en el arte contemporáneo que lo que pasa en la literatura contemporánea. Sin por ello desmerecer a la literatura contemporánea: por una cuestión de formatos, de velocidad. Algunas influencias vienen de ahí.

Fernanda García Lao: Cuando podés determinar con tanto detalle de dónde viene cada cosa terminás vos estereotipándote. Prefiero no saber tanto a qué adhiero. Cada libro, se supone, requiere de una ruta nueva. Podés hablar de lo que ya escribiste pero no de lo que se viene si estás atento a mantener el pulso activo. Si te convertís en un personaje que escribe de un modo tal que ya se instaló y entonces repite, esos mecanismos terminan yendo en contra de tu propia obra. A lo mejor salís en más revistas pero no merece la pena.

Federico Falco: Es como remontar la genealogía en el análisis. El síntoma te lleva a resolver situaciones, pero también desde un lugar sano es más complicado generar cosas. También tiene que ver con la idea de que muy en el fondo todos queremos ser originales, todos queremos no tener padres. Es mejor no pensarlo: dejarlo en la bruma.

Oliverio Coelho: Yo veo una instancia de fascinación e influencia casual. Hay un momento en que uno empieza a leer en cámara lenta, como si estudiara los libros pensando en situaciones que se van a plantear al momento de la escritura. Me pasa, por ejemplo, leyendo a Puig. Leo sus diálogos y empiezo a retroceder, los releo casi con lupa y así sorber el don. No para reproducirlos sino para contar con una reserva. Cuando en la escritura se planteen problemas van a ayudar mucho, están en la caja de herramientas. Lo mismo con pausas aireanas, que hacen una especie de cámara de aire que ayudan a detener la acción. Me pregunto las atmósferas de Onetti: cómo las tejió, qué palabras son puntales en esa atmósfera. De modo que hay un trabajo de hormiga que no justifica que uno se inscriba en una tradición, pero sí en una traición. Porque uno no lee del todo sumido en el placer.

Fernanda García Lao: Yo me dejo llevar.

Oliverio Coelho: Claro, pero ¿no te pasa de pronto que volvés a leer?

Fernanda García Lao: Sí, vuelvo sobre una palabra, le doy vueltas. Pero en realidad, a mí me sirve mucho mi propia vida como usina de creación. Como vengo mezcladita del teatro y de la dramaturgia, de la música y el periodismo, me gusta leer a dramaturgos y me gusta elaborar textos muy vitales que podrían ser dichos. Hay un afán de mantener cierta oralidad despierta y entonces yo leo más en sueño la obra de otros. Cuando hay que analizar algo porque un interés particular, me detengo, subrayo, avanzo o retrocedo. Pero no sé si voy en busca del mecanismo que me salve. Me quedo más alelada frente a esas apariciones que son como objetos de palabras que vienen con algo más. No soy muy cirujana plástica. No abro con un bisturí y veo. Me da miedo que se evapore.

Oliverio Coelho: En esa cirugía, lo que sucede es una alquimia: se transforma en poesía. Cuando leés con lupa empezás a leer poesía dentro de una novela. De pronto pasás veinte páginas a una velocidad inexplicable y te quedás flotando en una página durante veinte minutos.

Federico estuvo becado por la Universidad de Nueva York y allí –como alguna vez me contaste– descubrió la literatura latinoamericana. ¿Cómo fue ese encuentro?

Federico Falco: Primero es una cuestión de archivo, de base de datos. Mi encuentro con la literatura latinoamericana tiene que ver con un montón de desencuentros anteriores por no poder encontrar esos libros que en algunos casos conocía o había oído mencionar, pero no estaban. De pronto lo que tienen los norteamericanos es este gran archivo, esta gran base de datos, esta megabiblioteca donde está todo. Y lo que no está te lo consiguen en dos días. Eso, de pronto, abruma. Yo recuerdo el primer día que llegué a la biblioteca; pregunté cuántos libros podía sacar y me dijeron que 200 libros por tres meses [risas]. Iba en el metro con una caja y después no podés terminar leyendo todo eso. Fue una especie de avaricia, vas encontrando cosas y las vas sacando por las dudas. Pero es como dejar a un chico suelto en una venta de golosinas. Mi encuentro fue ese, básicamente de mucha lectura, de ir rellenando huecos que habían quedado porque no tenía acceso a esos libros. Uno va leyendo con cierto programa, pero también ese programa va derivando hacia otras cosas, intereses. Es paradójico. Creo que pasa lo mismo, de alguna manera, Estados Unidos y España funcionan como la pared de rebote de la pelotita de pingpong. En Estados Unidos uno encuentra todo, y con España también pasa que si de pronto querés leer a un chileno, la única forma es que el libro haya pasado por Barcelona y llegue a Argentina vía España. Ese tipo de cosas extrañas tiene que ver con tabiques, con cortes de latinoamérica. Bolivia es un país que está bastante cerca de Córdoba y de pronto descubrí la literatura boliviana allá; antes no llegaba a percibir, hay que irse súper lejos para descubrir a esos autores.

Oliverio Coelho: Me quedé pensando en lo anterior sobre la traición: ese momento de traición de la lectura, cuando traicionás a un texto y encontrás la epifanía. En realidad produce una acumulación estética que va a parar a la caja de herramientas o de predilecciones, cada uno puede llamarla de cualquier manera, y eso determina el rumbo de una escritura. Más allá de una tradición de autores: una traición en la lectura. Y por ahí es un tipo de lectura que no genera cantidad, sino que está enfocada en la intensidad que aparece en ciertos textos. Hay escritores que gradúan muy bien la intensidad y los leés a un ritmo regular. Volviendo a lo posterior, el único país en donde pasé largas temporadas, o lo suficientemente largas como para conocer otras literaturas, fue Korea. Y ahí tuve la oportunidad de leer a varios escritores (incluso japoneses) en inglés. De algún modo la lectura de literatura coreana afectó mi universo literario. Ahora cuando escribo cuentos encuentro que me resulta más fácil ambientar un relato con un personaje coreano, o que tenga relación con Oriente. No me pasa en las novelas, pero en los cuentos breves elijo personajes coreanos. Tal vez eso funde un capricho y un capricho es una tradición. Escribí un artículo de literatura coreana en Perfil hace dos semanas. Tiene el mismo grado de arbitrariedad que puede tener Bolaño escribiendo sobre literatura argentina en España. Cuando leí ese artículo entendí perfectamente cómo uno genera omisiones circulando por tertulias y dejándose asesorar por escritores que cuando se emborrachan son injustos [risas].

Fernanda, ¿cómo es tu caso con la literatura latinoamericana? Hace poco estuviste en México y allí conociste a Daniela Tarazona.

Fernanda García Lao: En realidad la conocí porque iba a publicar acá. Leí su libro, me resultó muy interesante, le mandé unas preguntas para mi blog y cuando llegué a México ya sabía quién era. Me pasó que llegué tarde a la literatura latinoamericana porque empecé a leer en España desde chiquita y entonces mis lecturas eran otras. Lo que llegaba eran típicos libros de exiliados. Entonces era pura omisión, la biblioteca de mis papás tenía libros más viejos porque nos quedamos como a la distancia de lo que se estaba produciendo acá o de lo que uno imaginaba que estaba pasando acá. Cuando vivís en el exilio imaginás un país que no existe, que es el que dejaste y se convierte en tu ficción. Cuando regresé realmente en el 93, después de algunas ideas y vueltas, era todo sorpresa. Todo era nuevo. La literatura argentina había crecido y se había multiplicado. Por otro lado a Di Benedetto, que era un personaje de mi familia, una visita habitual en mi casa al que nunca había leído, lo conocí acá cuando él ya había muerto. Entonces hay un corrimiento de tiempo y yo ya estoy acostumbrada a operar así, llenando vacíos y creando otros nuevos. La literatura te espera, eso es algo que me parece muy interesante. Yo, viniendo del teatro, tenía que poner el cuerpo, era muy importante la presencia del otro en la oscuridad y la reacción. Acá me asombra cómo todo el tiempo el libro existe sin mí, que no soy yo. Leyendo me pasa lo mismo. Con un autor me pasa lo mismo. Un autor me lleva a otro y así voy saltando sin seguir un sistema. Desde México se conoce la literatura más convencional de Argentina, pero ahora están llegando otros nombres. Desde la aparición de las editoriales independientes ha habido otra difusión que de algún modo nos ha salvado de la trituradora. No tenés que vender cifras astronómicas para seguir existiendo. Uno puede conseguir otros libros que no se hubieran publicado jamás. En España se sigue pensando de modo antiguo. No se arriesga demasiado por nuevas voces, aunque yo sé que las hay. Lo que llega de España es muy feo, en general. Pero es otra forma de leer y otra forma de comprender el mundo. Compartimos un lenguaje y muy poco más. Lo que tuvo de bueno estar allá es que me permitió leer otra literatura más europea y, por ejemplo, no leí a ningún norteamericano. Pero es una cuestión más anarquista mía y me estaba perdiendo grandes cosas. También llegué a Faulkner tarde (si es que hay un tarde o temprano).

Arreglate ya

No sé qué cambié. A ver...




Opciones, opciones: ¿¡No tengo opciones!!! Sale como no sé quién quiere!!!



Uy ¿se arregló puteando???? Es como las tijeras, que aparecen cuando digo muchas malas palabras...

26 de abril de 2012

Epa...

¿Qué me hace Bloguer? No quiero este diseño nuevo de publicación de entradas!!! ¿No sabe dejar espacios como yo digo que los deje?

21 de abril de 2012

Vamos por más: Más amantes liberales

Hoy, en mi clase preferida de todas las preferidas, hablamos de El amante liberal. Yo a media máquina y todavía cantando "Son aquellas pequeñas cosas..." después de acostarme a las cuatro de la mañana al regreso de la maravilla Serrat- Sabina. No dije nada en el aula, ni se me ocurría nada que decir que no fuera ya dicho por mis deslumbrantes compañeros y docentes, pero fui desafiada: a superar (creo que fue a mantener) en nivel de mi post anterior sobre la anterior Novela ejemplar (Véase más abajo) y bueno, eso desencadenó un par de ideas que paso a exponer y motiva y justifica que este post sea algo sensacionalista, extremista, basado en sensaciones extremas y golpes bajos (es que la presencia real de público lector arruina los mejores pudores). Aquí va:

Lo primero que me quedé pensando fue lo de Leonisa y su virginidad incólume entre piratas de todos los colores y amantes que la requieren, la desean y la disputan por doquier. Me acordé de una novela muy bizarra que leí a los 15 años (y que hice circular entre todas mis amiguitas) sobre el viaje de la chica en el barco pirata y la típica fantasía del capitán que desflora y enamora más allá de su crueldad (tenía una tapa muy llamativa y representativa, con mujer despechugada en brazos de galán recio. ¿Dónde habrá ido a parar? Juro que no lo tengo en mis nobibliotecas).
Se me ocurrió, entonces, que Leonisa podía ser para todos estos hombres una joya más valiosa en dinero que en placer sexual, más una excusa para la competencia homoerótica, para la rivalidad entre varones que una prenda realmente deseable. Pensé en el cadí y sus "abrazos flojos" de viejo ¿y qué puede querer hacer con Leonisa más que mirarla dormir como los personajes de La casa de las bellas durmientes? Pensé en la idea de mi profe sobre Leonisa cuando es mostrada como la dura lanza de Mahoma que atraviesa las entrañas, que quiebra la voluntad de todos cuantos la ven. Y algo me hizo ruido entre tanto erotismo sin concreción, tanto erotismo en torno a una virginidad en la que todos (nosotros, lectores, incluídos, creemos por la sola palabra de la aludida).
Me acordé de mi escena favorita: La de Leonisa atada a los barriles junto a su amo Ysuf para no ahogarse en medio del naufragio de su goleta contra la peñas. El texto dice que el amo se desnuda y se mete en un barril y la pone a ella en otro barril (¿ella con ropa?) y ata ambos barriles y saltan al mar. Luego la encuentran en la playa, semi ahogada y ella cuenta con la misma inocencia con la que nos dice su virginidad intacta: "... ni volví en mí hasta que me hallé en tierra en brazos de dos turcos, que vuelta la boca al suelo me tenían, derramando gran cantidad de agua que había bebido." (El destacado (y la picardía) es mía).
Si tenemos en cuenta que luego dice que estuvieron ocho días en una cueva, guardándole los turcos tanto respeto como si fuera su hermana, y nos viene a la cabeza la niña con los siete enanitos en el bosque y ésta con los ocho turcos hermanitos en la cueva, si imaginamos todo lo que el jocoso de Cervantes no nos está realmente contando sino dejándonos picando, digo, si recogemos el guante de lo erótico no dicho este post se va al chancho.




(La imagen no tiene nada que ver con la novela leída. Pero queda linda ¿no?)

19 de abril de 2012

"Nueva coronica y buen gobierno"



Todavía no leí, me espera en el programa de Latinoamericana I y en la mesa (no de ofertas) de librería Losada (seguro que me tiento en la Feria del libro) esta crónica de Huamán Poma de Ayala que nos pone a mirar del lado de "los vencidos". Todavía no la leí pero ya se me ocurren de "esas" ideas que suelen atacarme seguido y no voy a decir que no se cumplen nunca sino que, a pesar de su dificultad y requerimientos temporales, suelen alegrarme la vida más allá de su concresión (que todas no pueden concretarse de tantas que son, pero algunas sí).
Digo: Leo, mientras tanto, una nueva edición de Mitos clasificados para secundaria, mitos "precolombinos" y me parece que son versiones muy breves, demasiado sencillas, aburridas para los adolescentes, ingantilizadas y me parece (casi estoy segura) de que hace falta una escritura narrativa un poco más creativa que se compenetre de la mitología de cada pueblo, que capte la esencia de sus dioses y sus creencias y después escriba una historia, varias historias (las míticas, las de la crónica) de una manera atractiva a todo público. Que, después de todo, son aventuras y tragedias que merecen tantas recreaciones y versiones como estamos a leer de las aventuras y las tragedias griegas. ¿O no?
Digo: ¿Puedo escribir yo alguna de esas versiones?

15 de abril de 2012

Me parece que Preciosa... Me parece que Cervantes...

En el final de La gitanilla, descubrimos que Preciosa no es realmente gitana, que fue robada de su familia cristiana. Es restituida y se casa con el hombre que ama, no ya bajo sus propias condiciones, sino por voluntad de sus verdaderos padres a los que acaba de conocer.
¿No es un poco forzado creer que Cervantes ha forzado un final tan tan tan "feliz" porque se mantenía dentro de los prejuicios de la época y no podía hacer que una gitana verdadera terminara bien por sus propios medios? Algunos críticos toman el inicio de la novela como muestra de los prejuicios de la época contra los gitanos y como ¡lugar en el que se posiciona Cervantes para "ejemplarizar". Por suerte mi cátedra de Española me incita a pensar otras cosas:
¿No había otro final mejor para Preciosa? ¿No terminaría bien, ni siquiera siguiendo su ley como gitana, sino sus propios deseos como mujer? ¿Todos los personajes no serían mucho más interesantes si los dejáramos avanzar en sus peculiaridades, sus aventuras, sus defectos, sus flaquezas, sus deseos, en vez de anudarlos en un final rápidamente ordenado y regulador? ¿Qué pasó con el poeta que escondía sus versos en pos de darle a Preciosa qué cantar? ¿Qué pasó en la vida de la gitana vieja mientras se sabía apropiadora de la bebé Constanza y constructora de la preciosidad de Preciosa? ¿Qué tan gitana se conservó Preciosa una vez que fue casada y noble? ¿Dónde fueron a parar toda su discresión y desenvoltura ahora que volvió a ser engarzada en el hueco que sus padres y su esposo tenían para ella planeado desde siempre?
Creo que Preciosa es marginal entre los marginados: porque es distinta entre los distintos (nogitana entre gitanos, apropiada entre los cristianos, ¿conversa?) y porque es mujer (marginada entre gitanos tanto como entre cristianos) y la apuesta de Cervantes (perdón por la sobreinterpretación) pasa por mostrarnos lo ridícula que resulta la rectificación de los destinos de todos los personajes para responder al modelo social imperante. Si hasta Juana Carducha se arrepintió de todo y fue absuelta, si esto se cuenta en el último párrafo y como al pasar, lo cuenta un narrador que parece burlarse de su final ridículamente "oficialista" al decirnos: "Olvidábaseme de decir cómo la enamorada mesonera descubrió a la justicia no ser verdad lo del hurto de Andrés el gitano, y confesó su amor y su culpa, a quien no correspondió pena alguna, porque en la alegría del hallazgo de los desposados se enterró la venganza y resucitó la clemencia".
Y ahí termina la novela. Y casi me parece estar viendo al viejo Cervantes matándose de risa de nosotros, de los que creen que "esto" es "ejemplar", que no hubiera sido mucho mejor seguir siendo gitanos (en este párrafo final se llama "Andrés el gitano" al protagonista y no se usa su nombre de caballero), que las condiciones que Preciosa imponía a su amado no eran una humillación social ni "rebajarse" a su condición sino que era una propuesta de ser auténticos y casarse luego de conocerse como personas en territorio común, de igual a igual, en vez de hacerlo bajo las leyes de las convenciones sociales.
Vila dijo que los gitanos son elegidos por Cervantes como personajes para hablar de las minorías en la España de su época: los judíos y los musulmanes. Y como ya vimos al tal Cervantes elegir caballeros y escuderos y pastores para idealizar y, de paso, sólo de paso, hablarnos de otras cosas, me permito seguir leyendo las Novelas Ejemplares buscando la funcionalidad irónica de la idealización, el dispositivo alegórico en la apropiación de los elementos de la picaresca, bah, en la apropiación de todos los elementos posibles, para hablar siempre de lo mismo pero con tantos colores y matices: Lo difícil que es ser distinto y lo divertido que sería si todos lo fuéramos.

La gitanilla (Geranio en mi barrio)


Preciosa y el poeta


"–Pues la verdad que quiero que me diga –dijo Preciosa– es si por ventura es poeta.
"–A serlo –replicó el paje–, forzosamente había de ser por ventura. Pero has de saber, Preciosa, que ese nombre de poeta muy pocos le merecen; y así, yo no lo soy, sino un aficionado a la poesía. Y para lo que he menester, no voy a pedir ni a buscar versos ajenos: los que te di son míos, y éstos que te doy agora también; mas no por esto soy poeta, ni Dios lo quiera.
"–¿Tan malo es ser poeta? –replicó Preciosa.
"–No es malo –dijo el paje–, pero el ser poeta a solas no lo tengo por muy bueno. Hase de usar de la poesía como de una joya preciosísima, cuyo dueño no la trae cada día, ni la muestra a todas gentes, ni a cada paso, sino cuando convenga y sea razón que la muestre. La poesía es una bellísima doncella, casta, honesta, discreta, aguda, retirada, y que se contiene en los límites de la discreción más alta. Es amiga de la soledad, las fuentes la entretienen, los prados la consuelan, los árboles la desenojan, las flores la alegran, y, finalmente, deleita y enseña a cuantos con ella comunican.
"–Con todo eso –respondió Preciosa–, he oído decir que es pobrísima y que tiene algo de mendiga.
"–Antes es al revés –dijo el paje–, porque no hay poeta que no sea rico, pues todos viven contentos con su estado: filosofía que la alcanzan pocos. Pero, ¿qué te ha movido, Preciosa, a hacer esta pregunta?
"–Hame movido –respondió Preciosa– porque, como yo tengo a todos o los más poetas por pobres, causóme maravilla aquel escudo de oro que me distes entre vuestros versos envuelto; mas agora que sé que no sois poeta, sino aficionado de la poesía, podría ser que fuésedes rico, aunque lo dudo, a causa que por aquella parte que os toca de hacer coplas se ha de desaguar cuanta hacienda tuviéredes; que no hay poeta, según dicen, que sepa conservar la hacienda que tiene ni granjear la que no tiene."




Miguel Cervantes Saavedra. Novela de la gitanilla.

El ascua, la sangre y el alfabeto

"El gitano es lo más elemental, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza universal."




Federico García Lorca

No me pongan a Cervantes como ejemplo de discriminación

Persecución de la etnia gitana



La historia de persecución de los gitanos (Antiziganismo), especialmente en Europa, es casi tan antigua como la de su presencia. La acogida inicial durante el siglo XV fue relativamente buena si la comparamos con su situación en los siglos posteriores. Los gitanos fueron recibidos con curiosidad e incluso con respeto, y algunos príncipes y señores ofrecían escolta a sus comitivas, que se presentaban como peregrinos cristianos. Sin embargo, el desencuentro con las comunidades receptoras era casi total al comenzar el siglo XVI. Para entonces ya habían sido expulsados o perseguidos en casi toda Europa.

La documentación histórica conservada1 recoge una larga serie de expulsiones en cadena prácticamente desde su misma llegada. El 8 de septiembre de 1427 son expulsados de Pontoise y finalmente de París en 1439, de toda Suiza en 1471, de toda Alemania en 1500 y de Inglaterra bajo pena de muerte en 1514. En 1540 de Bélgica, también bajo pena de muerte. Para entonces, tanto en España como en Francia ya se les envía a galeras. En el siglo XVII, Portugal los deporta a América. En Hungría y Rumanía fueron sencillamente esclavizados.

El número de leyes, pragmáticas, decretos, reglamentos y medidas de excepción específicas contra los gitanos en todos los lugares donde habitaron y habitan es tal que sería imposible enumerarlas. Solamente en España se promulgaron, desde el año 1499, más de 280 pragmáticas contra el pueblo gitano.2 Lo mismo ocurrió en los restantes países. A título de ejemplo, en el tardío año de 1998 se derogó la última ley que en el estado de Nueva Jersey (Estados Unidos) “contemplaba vigilancia especial sobre la población gitana”.3
Gitanos de Hungría.

Sin embargo, cabe señalar que la multiplicación de medidas para homogenizar y asimilar la etnia revela continuamente fracasos. No solamente no desaparecen, ni se “asimilan”, sino que se han extendido de manera constante y además han mantenido con mayor o menor éxito rasgos propios con cierta fidelidad, fenómeno que algunos estudiosos han denominado como de "resistencia étnica".

En agosto de 2010, el Gobierno de Nicolas Sarkozy obliga a desmantelar todos los campamentos ilegales de Francia, la mayoría de ellos, gitanos rumanos. A cambio recibirían una ayuda de 300€ por adulto y 100€ por niño.


Causas

Para entender una causa fundamental y decisiva en la persecución o marginación de los gitanos y de otras minorías étnicas, es necesario echar mano de los procesos de centralización estatal en Europa a partir del siglo XVI, fundamentados en una homogeneización cultural, lingüística y religiosa. Los primeros decretos de expulsión y asimilación en España coincidieron con los de la expulsión de los judíos en 1492 y los de persecución o conversión de los musulmanes españoles.

El historiador Raul Hilberg recuerda que la destrucción de los judíos europeos se incrusta en el mismísimo centro del proyecto de la modernidad europea y del modelo de civilización occidental,8 Teresa San Román9 explica la persecución contra los gitanos desde esa misma perspectiva: la construcción de los estados centralistas, primero, y de las identidades nacionales, después.


Medidas de control

Las formas de represión de las autoridades y de la sociedad han sido muy variadas, desde la simple marginación y criminalización hasta la muerte, pasando por la sedentarización forzosa, la deportación y el destierro, el castigo corporal y la mutilación, la esclavitud, los trabajos forzados en galeras, la prisión o reclusión en barrios, ghettos, llamados en España “gitanerías”. Para cada modalidad de persecución, las comunidades gitanas de todo el mundo han generado y siguen generando mecanismos y estrategias específicas de supervivencia, ocultamiento, adaptación o huida.

Expulsión. Prácticamente todos los estados europeos promulgaron, sin éxito, decretos de expulsión.

Deportación. Portugal10 e Inglaterra11 utilizaron el traslado forzoso de población gitana hacia sus colonias americanas, lo que contrasta con la política restrictiva de los españoles, que incluso llegaron a prohibir su partida y a obligar el retorno de los ya emigrados.12

Esclavización. Los gitanos fueron esclavizados en Rumanía y Hungría. La abolición de la esclavitud gitana tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX.

Asimilación. La legislación anti-gitana española, por ejemplo, ha sido por épocas asimilacionista. Carlos III en 1783 nacionaliza a los gitanos mediante una pragmática que declara a los gitanos como ciudadanos españoles y, por lo tanto, el deber y derecho de los niños a la escolarización a los 4 años, libres de fijar su residencia, o de emplearse, trabajar en cualquier actividad, penalizándose a los gremios que impidan la entrada o se opongan a la residencia de los gitanos. Pero a costa de que los gitanos abandonen su realidad étnica, como la forma de vestir, no usar el caló, asentarse y abandonar la vida errante. En esa misma pragmática se ilegalizará la palabra gitano.

Reclusión. Uno de los más negros y olvidados episodios de la historia de los gitanos españoles fue la Gran Redada o Prisión General de los gitanos de 1749.13 Durante el reinado de Fernando VI, y mediante un plan urdido en secreto y organizado por el Marqués de la Ensenada, se decidió “prender a todos los gitanos avecindados y vagantes en estos reinos, sin excepción de sexo, estado ni edad, sin reservar refugio alguno a que se hayan acogido”[cita requerida]. Fueron detenidos casi todos los gitanos españoles, unos 9.000 (otros 3.000 ya estaban en prisión), los hombres enviados a los arsenales de la marina y las mujeres y los niños encarcelados. Sólo serían indultados 14 años después por el rey Carlos III, y algunos no serán liberados definitivamente hasta 1783.

Exterminio. Durante la Segunda Guerra Mundial, como otras etnias o minorías, fueron objeto de persecución y discriminación, muriendo miles de ellos en distintos campos de concentración. El número de romaníes europeos asesinados en lo que en lengua romaní se conoce como porraimos ("la devoración") aún se desconoce con certeza, oscilando las cifras entre 250.000 y 600.000 personas muertas.



La marginalidad gitana


La imagen social negativa de esta comunidad es muy clara y mayoritaria, casi prácticamente desde su llegada, como se puede observar en muchos idiomas. En inglés la palabra “gyp” (de “gypsy”, gitano) significa "estafa" o "engaño", y una etimología popular alemana hace creer que “Zigeuner” (gitano) procede de “Ziehende Gauner” (ladrón itinerante). Lo mismo ocurre con el húngaro, donde la creencia popular relaciona “cigány” con la palabra "szegény" (pobre). Incluso en el actual diccionario de la RAE se recoge la siguiente acepción coloquial para gitano: “Que estafa u obra con engaño”.14

Las acusaciones contra los gitanos se repiten de una u otra forma, sin cambiar de manera esencial a lo largo de los siglos. Se les relaciona con la delincuencia, se les acusa de promiscuidad o por el contrario de un conservadurismo extremo; al ocultismo y las artes paganas, por ejemplo, de robar o forjar los clavos de Cristo, de echar mal de ojo o de ser los importadores del Tarot en Europa; se les acusa de explotación infantil, de raptar niños, de oficios deshonrosos, de vagancia: “una raza indomable, inescrutable, infatigable, inasimilable e inexterminable, tan temida como odiada”.15 Todo esto venía dado por el no conocimiento de las otras personas. Y los gitanos no hacían mucho por desmentirlo ya que en cierta manera eso le hacía salvaguardarse un poco, ya que aunque los demás por esas leyendas les pudieran temer a ellos, ellos (los gitanos) si que tenían verdaderos motivos para temerle a los demás. Eran tiempos en los que en algunos lugares eran perseguidos, incluso hasta casi querer su exterminio y era lógico que hicieran lo que fuera por tal de sobrevivir.


Imagen pública

Todos estos aspectos negativos han sido recogidos y fomentados en muy diversos medios.

La literatura ha contribuido a recoger y engrandecer el mito de la personalidad gitana. Cervantes escribe en su novela La Gitanilla:

Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo, y las ganas del hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte.

Algunas administraciones estatales o locales también han apuntado en la misma dirección:

"el gitano, que con la mayor naturalidad muestra un absoluto ´pasotismo´ ante la ley escrita, que incide en una situación de clandestinidad e ilegalidad, al tiempo que conlleva un grado de delincuencia ´cuasi´ permanente, por la incitación al robo y al hurto... No es menos cierto, que en algunos casos, de tímidos intentos de integración en diversas áreas, los miembros de la comunidad gitana, casi siempre lo hicieron de una forma diferente a lo exigido por los principios más elementales de esta ética social".16

Incluso la criminología, una disciplina en principio exenta de valores, redunda en los mismos tópicos. Cesare Lombroso, padre del positivismo criminológico, afirmaba que los gitanos son "la imagen viva de una raza entera de delincuentes que reproducen todas las pasiones y vicios". Y un documento de la administración penitenciaria española del año 1951 decía:

"Yo hablo aquí del gitano errante y ladrón, enemigo de la propiedad; de ese gitano que se cree en el derecho de desvalijar. El otro gitano, el gitano emancipado, el gitano elevado a la jerarquía de ciudadano por haber entrado dentro de la ley, este gitano ya no es gitano, ha perdido su gitanería".3

En consonancia con todo esto, se han aprobado leyes diseñadas para reforzar el tópico más que a un fin o una solución a los propios problemas de marginalidad y pobreza. En España hasta 1978 figuraban en el reglamento de la Guardia Civil los siguientes artículos:

Artículo 4. Se vigilará escrupulosamente a los gitanos, cuidando mucho de reconocer todos los documentos que tengan, confrontar sus señas particulares, observar sus trajes, averiguar su modo de vida y cuanto conduzca a formar una idea exacta de sus movimientos y ocupaciones, indagando el punto al que se dirigen en sus viajes y el objeto de ellos.

Artículo 5. Como esta clase de gente no tiene por lo general residencia fija, se traslada con mucha frecuencia de un lugar a otro, en los que son desconocidos, conviene tomar en ellos todas las noticias necesarias para impedir que cometan robos de caballería o de otra especie.

Artículo 6. Está mandado que los gitanos y chalanes lleven, además de su cédula personal, la Patente de Hacienda que les autorice para ejercer la industria de tratante de caballerías. Por cada una de éstas llevarán una guía con la clase, procedencia, edad, hierro y señas, la cual se entregará al comprador (...) Los que no vayan provistos de estos documentos o, los que de su examen o comprobación resulte que no están en regla, serán detenidos por la Guardia Civil y puestos a disposición de la Autoridad competente como infractores de la Ley.

Como muestran algunos estudios, la criminalización o encasillamiento (conocido en criminología como targeting) ha sido en todos los países el primer paso para desacreditar a la comunidad gitana con objeto de legitimar su marginación y su persecución:

“(La pobreza y la exclusión) inciden en la representación social que tiende a asociar "lo gitano" con los peores rasgos de la marginalidad (drogas, delincuencia), perjudicando gravísimamente a muchos de ellos y a las familias que, aún estando en niveles de precariedad social, nunca han realizado actos delictivos de ningún orden".17

Los modernos estudios gitanológicos han desvelado este proceso de criminalización y han denunciado “lo habitual que resulta este fenómeno en todos los países, que lleva a la gente a afirmar que el estereotipo "por algo será", es decir, que seguramente tenga alguna base real. Sin embargo, estas mismas personas nunca afirmarían que el antisemitismo, que tomaba formas muy parecidas en los diversos países del mundo, es el resultado de las propias actitudes de los judíos".3

Se denuncia así que la criminalidad entre los gitanos no es una causa de su exclusión, sino una consecuencia, así como “la existencia de prejuicios arraigados y de una profunda discriminación hacia la comunidad gitana en nuestra sociedad… (y) …la negación de la importancia y gravedad de estos prejuicios, aún más cuando se trata de reconocer los nuestros personales”


Tomado de Wikipedia

La gitanilla


PRECIOSA Y EL AIRE

A Dámaso Alonso



Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.

*

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.

Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.

*

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.

Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.

¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.

*

Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.

Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.

El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.

Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde.



Federico García Lorca, 1928

Y hay equipo

Lo dijo Ariel cuando otro de los chicos preguntó si había mate. Mientras Celia me hacía sentar al lado suyo, a mí que, recatadamente, había ocupado el banco de atrás.
Y Juan Diego me pidió una birome y que me acordara de pedírsela a la salida. Y vino Julia y eso es garantía de debate interesante. Y llegó Alicia y, aunque nunca cursé con ella, se acordó de mí y me saludó con un cariño que estoy orgullosa de merecer. Y Juan Cruz me reprochó que no lo etiquetara en una de mis publicaciones en el feis, a mí que temo tanto ser cargosa, él cuya exposición junto a Daniela y Eugenia fue, además de inteligente y desafiante, llena de guiños hacia nosotros (incluída Altisidora).
A veces no me lo creo, pero, por suerte, casi siempre, sé que éste es mi lugar en el mundo y que no hay modo de perder a la gente de Española II a la que tanto quiero.

6 de abril de 2012

Mi primer Mishima


El marinero que perdió la gracia del mar.
Ayer completo, hasta las 2 de la mañana, en la net.
El primer capítulo fue un golpe inicial potente. Luego dos o tres capítulos de alta belleza cuyos mejores momentos copié y pegué en Lunes por la mdrugada. Hasta el capítulo 5 en que todo se dividió en dos: maravilla y repulsión.
Me dio miedo pensar en los amigos y amigas que me habían dicho cuán buena era esta novela. Y en mi profe del Curso de literatura japonesa que me dijo que "me agarre". No había de dónde. Qué feo el final.

Cambiando de materia a lo loco pero fiel a los locos

En Literatura Latinoamericana I vamos a leer tres novelas que ya tengo (Vigilia del almirante de Roa Bastos, El entenado de Saer y El río de las congojas de Libertad Demitrópulos) y una cuarta de la que yo ni idea pero mi profe de prácticos dijo que era lo mejor del programa. Se trata de Lope de Aguirre, príncipe de la libertda, de Miguel Otero Silva y me encuentro con esta reseña ¿del 79?


"Lope de Aguirre, Príncipe de la libertad"
J. J. ARMAS MARCELO 8 AGO 1979




Ampliamente (mal)tratado por la historia -las historias, las crónicas, casi siempre sujetas a remuneración inmediata, a salario a cambio de inmediato prestigio histórico-, la figura de Lope de Aguirre, el vasco cojo y harapiento que caminó incansablemente las tierras americanas hasta convertirse en el primer americano con plena conciencia continental, recobra nueva actualidad a la luz de los últimos tratamientos literarios que, ficción o historia, tratan de recuperar para él la reivindicación del principio radicalmente distinto al erigido por los mecanismos de la conquista y el imperio español o, en la alternativa, por las sucesivas leyendas negras, sujetas también al pago en moneda extranjera de investiduras históricas que para nada tienen que ver con la propia historia.El novelista argentino Abel Posse (Los bogavantes, La boca del tigre) publicó -en 1978- Daimón (1), texto fundamental para la comprensión literaria del personaje mítico Lope de Aguirre y que, a pesar de pasar inadvertido para la inmensa mayoría de la crítica española y latinoamericana, nos parece un nuevo punto de partida-culturalista y literaturizado- de la narrativa hispanoamericana. Dijimos, en el momento de la publicación de Daimón (título que nada dice al lector), que la novela era tan importante como Cien años de soledad y que, como pasa casi siempre, crecería con el tiempo. El tratamiento mítico del personaje Lope de Aguirre en Daimón nada tiene que ver con la novela que ahora publica el venezolano Miguel Otero Silva. Lope de Aguirre, Príncipe de la libertad, está entendido en Otero Silva como soldado, traidor al movimiento realista y, finalmente, peregrino, errante conquistador conquistado por la inapresable dimensión continental americana. Como Príncipe de la libertad, proclamado y autoproclamado, Lope de Aguirre orquesta la historia: traidor de traidores, por donde pasa no quiere volver a ver crecer la hierba española en América, generando con ello el sentimiento continental, la utopía americana que aún sigue tentando a tantos y tantos pensadores, políticos e intelectuales, de aquel y de este lado del Atlántico: «A tí Felipe, rey español, te declaro enemigo mio cincuenta veces más mi enemigo... » es el inicio de esa carta de rebeldía que, en el devenir del destino histórico, los insurrectos bolivaristas difunden por todo el continente. No es España entera, dice desde entonces Lope de Aguirre, sin América. La rebelión que encarna Lope de Aguirre, la primera rebelión americana, lo hace figurar por mérito propio en el pabellón de la heterodoxia española y, como Blanco White, señala, en la locura de la dimensión amazónica, el camino que los libertadores hisparioamericanos tomaron años más tarde, fragmentando en sus ambiciones caciquiles y personales la utópica geografía americana.

Otero Silva, tratando al personaje en las cercanías de la realidad histórica, establece los parámetros humanos del loco Aguirre, utilizando métodos lingüísticos y tempos novelescos que no corresponden exactamente con los tratamientos a que nos viene acostumbrando la narrativa latinoamericana contemporánea. El tiempo histórico, para empezar por algún elemento fundamental en el tratamiento de esa misma novela latinoamericana, no es aquí la distorsión que ficciona el relato, que rompe la línea recta de la anécdota prima. El tiempo, en la novela de Otero Silva, es la sucesión de las anécdotas tal como el narrador -que para nada introduce su criterio en la narración- estima que ocurrieron «literariamente»: sucesión irrevocable de muertes de falsos conquistadores, de capitanes y patanes españoles cuya ambición está siempre muy por debajo de la imaginación, ya americana y profética de Lope de Aguirre. Esa sucesión de muertes marcada por el tiempo histórico señala también el procedimiento que Lope de Aguirre escoge -tal vez inconscientemente- para alejarse de su pasado y metamorfosearse en el mito de su propia historia: quienes han escrito (los ciento y tantos libros que sobre él existen) de Lope de Aguirre son siempre los que interpretan que España siempre tuvo razón: cronistas a sueldo que interpretaron la disidencia como traición y no como profecía y que jamás alcanzaron a tomar el pulso a América, tal como llama la atención sobre «las colonias» y su solución final José María Blanco White en el momento previo a la desmembración definitiva de América.

Otero Silva retorna también una tradición lingüística largamente olvidada: la utilización de una lengua arcaizante, anclada en los mismos años en los que la historia de la novela se mueve, con el fin de ambientar la historia y vestir a sus personajes, retrotrayéndolos a su tempo histórico, a su comportamiento, a su conducta dentro del episodio total y (como dice Ernesto Sábato) literario de la conquista de América, continente literario aún como ninguno. En la geografia siempre inconcreta de ese mismo continente, Lope de Aguirre vegeta, aún, luce todavía sus harapos, proclama en las orillas del Marañón la libertad americana, se pierde en la inmensidad de los desiertos u olvida su piel española, tragada -tal como escribe José Eustasio Rivera- por la selva, en esa misma selva en cuya soledad su personalidad trasterrada cobró los bríos necesarios del mito histórico que llega hasta nosotros, ahora, de la mano de un novelista americano que, en la lectura está, ha comprendido perfectamente la dimensión libertadora del español errante y traidor, disidente de la patriotería y del imperio divino, trocado de traidor en libertador, socavador de un imperio que nunca fue y que perdió, precisamente por el conglomerado heterodoxo que reposa bajo cada español universal, toda su estructura retórica, los falsos cimientos del castillo de naipes.

(1) Daimón, de Abel Posse. Argos Vergara. Barcelona, 1978.


Tomado de http://elpais.com/diario/1979/08/08/cultura/302911213_850215.html

1 de abril de 2012

Estoy leyendo lo que leía Alonso Quijano





Sueños de inicio de cuatrimestre

Antenoche: Me picaban los mosquitos porque pensé que con el frío ya no hacían falta los insecticidas. Me desperté pensando que eran "Mil grullas" que me sorbían la sangre por leer literatura japonesa.

Anoche: Sábado de dormir cortado porque hay gente en casa que entra y sale a cualquier hora. En cada despertar yo con la idea en la cabeza de que el que llegaba o partía era el Caballero Zifar.