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27 de abril de 2022

Así como te digo la mala, te digo la buena

 Hoy releí para seminario cervantino los episodios de los leones y la bodas de Camacho y me emocioné como no recuerdo haberme emocionado en las dos lecturas anteriores que sé que fueron emocionantes pero no en estas partes en particular.

¿Será que estamos estudiando "el estilo tardío" en el Ubacyt y me pega lo menopáusico y jubilatorio del hidalgo y sus espejos? ¿O lo del hijo poeta del Caballero del Verde Gabán o lo del suicidio del falso Píramo por conseguir su Tisbe? ¿O lo de la identidad autoconstruida?

Así como digo "basta de docencia en cualquier sentido", digo "dame más lecturas y escrituras libres de tiempos y presiones que no sean mi reverenda cajeta": he dicho.

Todes podemos tener un mal día

 Pero hoy quiero registrar este malhumor como primer atisbo de mi necesidad real de abandonar las aulas: me fue mal en el cole siendo profe y en el seminario siendo alumna oyente. Ya no me banco las primeras impresiones lectoras de nadie, ni la necesidad de aprender a escuchar de nadie, ni el vocabulario inadecuado, ni el vacío teórico, ni mi lugar de explicadora, ni mi "tolerancia" con el proceso ajeno. Ya no quiero más enseñar ni fingir que no sé. Pasemos a otro tema. Y me meto en el culo la verguenza de crecer y el miedo a ser soberbia por decir "Basta para mí".

(Miren si seré culposa que necesito aclarar que tengo 29 años de antiguedad docente, dos carreras terciarias y una universitaria multiplicada durante 12 años. Ya era hora de que me hartara, ¿no?