Autocronograma

AUTOCRONOGRAMA

2008: 23 años deseando esta carrera.

2010: Bitácora de quien estudia en Puán porque la vida es justa y (si te dejás) siempre te lleva para donde querés ir.

2011: Te amo te amo te amo, dame más: Seminarios y materias al por mayor.

2012: Crónicas de la deslumbrada:Letras es todo lo que imaginé y más.

2013: Estampas del mejor viaje porque "la carrera" ya tiene caras y cuerpos amorosos.

2014: Emprolijar los cabos sueltos de esta madeja.

2015: Pata en alto para leer y escribir todo lo acumulado.

2016: El año del Alemán obligatorio.

2017: Dicen que me tengo que recibir.

2018: El año del flamenco: parada en la pata de la última materia y bailando hacia Madrid.

2019: Licenciada licenciate y dejá de cursar mil seminarios. (No funcionó el automandato)

2020: Ya tú sabes qué ha sucedido... No voy a decir "sin palabras" sino "sin Puán".

2021: Semipresencialidad y virtualidad caliente: El regreso: Onceava temporada.

2022: O que será que será Que andam sussurrando em versos e trovas 2023: Verano de escritura de 3 monografías y una obra teatral para cerrar racimo de seminarios. Primer año de ya 15 de carrera en que no sé qué me depara el futuro marzo ni me prometo nada.

28 de marzo de 2023

Topuzián ejemplifica con Ítalo Calvino

 Sigo sumando deslumbramientos y gentes que amo. Dice Topuzián que Calvino es un escritor que tiene en cuenta la historia de la novela y nombra tres novelas que no leí (tengo una por acá y ya voy a buscar las otras dos). No sabía que cada una de ellas se leen como trilogía de "nuestros antepasados". ¿No es magnífico?


Las novelas fantásticas de Ítalo Calvino vuelven a las librerías

Redacción

POR REDACCIÓN






Cinco ineludibles títulos de Ítalo Calvino (1923-1985).- “El vizconde demediado”, “El barón rampante”, “El caballero inexistente”, “Las ciudades invisibles” y “Si una noche de invierno un viajero”- vuelven al ruedo en librerías de todo el país, con una colección de lujo que devolverá a los lectores a los placeres de sus fábulas contemporáneas. Se trata de una iniciativa de Grupal Distribuidora junto al sello español Siruela, que por estos días imprime sus libros en el país y para la ocasión eligió buena parte de las novelas fantásticas de Calvino, cubriendo 37 años de creatividad que –junto al realismo de sus comienzos– lo convirtieron en uno de los escritores más destacados del siglo XX. Ciencia ficción, fantasía y surrealismo: estos textos pueden leerse como reflexiones alegóricas sobre la condición humana y el hombre de su tiempo. La trilogía “Nuestros antepasados” –compuesta por “El vizconde demediado”, “El barón rampante” y “El caballero inexistente”–, es una de las cinco cuidadas reediciones de Siruela en la Argentina. Esta lúcida síntesis de la idiosincrasia de los siglos XVIII y XIX también puede leerse, en el caso del barón, como un reflejo en clave mágica la decepción de Calvino con el comunismo tras la invasión a Hungría de 1956; la cual no lo alejó de su tierra natal, Cuba, de donde partió con dos años para regresar cuatro décadas después a reunirse con el Che y casarse con la argentina Esther Judit Singer. Las páginas de “El vizconde demediado” narran la historia de Medardo de Terralba, partido al medio por un cañonazo turco que obliga a sus dos mitades, la buena y la mala, a seguir transitando la vida por separado. “El barón rampante” llegó cinco años más tarde, en 1957, y narra la vida arbórea de Cosimo Piovasco, barón de Rondó, que con 12 años y en un gesto de rebelión contra la tiranía familiar se trepa a un árbol del jardín paterno para no bajar nunca más; sin por eso dejar de participar, con la distancia necesaria, de los hechos más emblemáticos de la Europa de la Revolución Francesa y las invasiones napoleónicas. Mientras que en “El caballero inexistente”, la voz de Agilulfo se oye metálica, como si fuera la propia armadura la que hablara, y es eso lo que en efecto ocurre: Calvino dota al yelmo de voluntad y convicción y lo hace combatir a los infieles en el ejército de Carlomagno, construyendo una gran metáfora sobre la identidad que interroga las razones del amor y el odio humanos. De principio a fin, este triángulo ficcional denuncia la realidad contemporánea, la soledad y el miedo intrínsecos del ser humano; poniendo de manifiesto la conciencia sobre un mundo que niega la peculiaridad de las almas, restringidas en su vuelo por los convenios sociales de época. La literatura, la ciencia y la utopía fueron convertidas en espacios narrativos por este escritor y pensador que supo indagar el presente con una mirada incisiva, construida desde una intensa experiencia personal muy comprometida con su tiempo. (Télam)


Inicio del fin que es otro inicio: Qué capo es Topuzián

 Qué bien me hace sentir admirar a la gente, a la gente que lee, a la gente que escribe, a la que habla, a la que estudia, a la que investiga, a la que enseña. Y cuando todo esto se junta en una sola persona me reconcilia con toda la humanidad. Topuzián, además, es simpático, tranquilo, humilde, lento e intenso en las proporcione que me tranquilizan.

En el seminario somos solo 13 (uno de elles es mi querido Saba, otro amor de gente que se interesa por Topuzián y su curso sobre teoría de la novela y Galdós y suma más emoción y sentido a mi estar acá). Nada de mutitudinarios grupos de jóvenes descentrades y viejes que mueven la cabecita como perrito mecánico de luneta de remis. Nada de miles de inscriptes por demagogia en temas, horarios o notas, nada de grupas de wasap estalladas (aunque a veces me guste chusmear y tirar bombas en esas grupas).

Me gusta estar acá y tomar notas en mi escritorio y hacer esta entrada y bajarme los textos que tengo que empezar a leer y, todo a la vez, pensar en el género novela como escritora, como novelista que todavía necesita permisos y aplausos babosos de familia cisne.

21 de marzo de 2023

Dos más y seguimos jodiendo

 Dos seminarios más: Topuzián y la novela europea (ya empecé a leer Fortunata y Jacinta) y profe nuevo con archivo amerindio. Mucha ilusión, como siempre.

Increíble la negación repetitiva y sistemática de toda teoría feminista

 ¿Cómo podés manejar en tus lecturas conceptos  como "representación de la maternidad", "la mujer", "miedo a la vagina dentada", "máximo terror de las mujeres al ataque de varón adulto: la violación" y esquivar "patriarcado", "normalización", "disciplinamiento" (sólo por nombrar las más básicas)?

¡Qué cansancio!!!! ¡Qué desilusión!!!! ¡Qué seguridad de mi parte sobre mi no posibilidad de aceptar estos marcos teóricos machirulos!!!

16 de marzo de 2023

Otro autor que me encantó descubrir en este seminario "de terror"

 

Mariano Quirós: “Me interesa la gente que por miedo a perder algo se comporta de maneras absurdas”

"La luz mala dentro de mí", el libro de Mariano Quirós, reúne nueve cuentos en los que busca que los personajes "se sumerjan como exploradores" en diferentes escenarios de su provincia natal: Chaco. / Por Emilia Racciatti

Mariano Quirós (Resistencia, 1979) reúne en "La luz mala dentro de mí" nueve cuentos en los que busca que los personajes "se sumerjan como exploradores" en diferentes escenarios de la provincia de Chaco, definida como "un paisaje áspero y de belleza incómoda", desde el que el autor construye narradores a los que el mundo se les presenta como una aventura y una revelación.

Un jurado integrado por Fernanda García Lao, Félix Bruzzone y Elvio Gandolfo decidió que este libro editado ahora por Factotum Ediciones fuera el ganador del primer premio del Fondo Nacional de las Artes.

El escritor vive en Chaco y dirige, junto a Pablo Black, el sello editorial Colección Mulita. Este es su segundo libro de cuentos pero el primero que escribió solo, ya que el anterior fue en coautoría con Black y Germán Parmetler.

Antes Quirós publicó cuatro novelas por las que obtuvo diversos premios: "Robles" (Primer Premio Bienal-CFI), "Torrente" (Premio Festival Iberoamericano de Nueva Narrativa), "Río Negro" (Premio Laura Palmer no ha muerto; publicada en Francia por la editorial La dernière goutte), "Tanto correr" (Premio Francisco Casavella) y "No llores, hombre duro" (Premio Festival Azabache; Memorial Silverio Cañada, Semana Negra de Gijón).

En diálogo con Télam, el escritor se refirió a la provincia desde la que escribe como "un territorio escandaloso" y también "muy literario", que le genera "tanto miedo como encanto".

 

-Télam: Venías trabajando el género novela... ¿Cómo llegaste a este libro. Cómo fue el proceso?
-Mariano Quirós: Siempre me pareció más adecuado y pertinente que el primer libro de un escritor sea de cuentos. Al que debería seguirle, tal vez, otro libro de cuentos. Pasados unos cuantos años, ahí recién tendría que publicar uno su primera novela. Pero las cosas se dieron de otra manera, me dejé llevar por otros impulsos y los cuentos, mientras tanto, se fueron acumulando sin llegar a formar algo como "un libro". Hasta que un día, motivado por una seguidilla de libros de cuentos que acababa de leer, corté por la mitad la escritura de una novela y me dije: "ya es hora de armar mi propio libro de cuentos". Así que cerré los ojos -como para leer en profundidad-, junté los que tenía escritos, vi en cuáles había, por así decirlo, una misma línea, y me zambullí un poco más en esa dirección, hacia un tono oscuro que les diera cohesión y a la vez los ensuciara un poco. Mucho después vi la luz, que al fin y al cabo no es tan mala.

-T: ¿Cómo surgió la idea de que haya tantos narradores que son niños en los cuentos?
-MQ: Más que "narradores niños" en particular, me interesaban narradores que guardaran un cierto candor, un aire de inocencia que contrastara con el mundo retorcido en que se sumergían. Un mundo que puede ser el de la literatura -pero la literatura en su costado más marginal y ramplón, que es también el más aventurero- o bien el corazón de una casa de gente que vive presa del pánico y supone que con un arma estará más segura.

-T: Ya habías ganado otro premio con tu novela "No llores, hombre duro", ahora obtuviste el del Fondo Nacional de las Artes, ¿cómo los recibís y qué lugar les das?
-MQ: Tengo mucha suerte con los premios literarios. Me llenan de alegría y me permiten publicar cada cosa que escribo.

-T: La provincia de Chaco está muy presente en los cuentos. ¿Fue algo intencional o aparece por ser el lugar desde el que escribís?
-MQ: Nací en el Chaco, viví casi toda mi vida en Resistencia. Es un territorio escandaloso y, para mi gusto, muy literario. Sobre todo el interior de la provincia -que es muy distinto a Resistencia, casi dos opuestos-, y que me genera tanto miedo como encanto. No es que conozca mucho el interior, hasta diría que no lo conozco. Pero por eso mismo me gusta escribir desde ahí, ubicarme ahí, para escribir como al tanteo. Que los personajes -y yo con ellos- se sumerjan como exploradores en ese paisaje un tanto áspero y de belleza incómoda, por decirlo de algún modo. Que sea una aventura y una revelación.

-T: A su vez hay un eje que es el de la familia y dentro de ese eje tiene mucho protagonismo el vínculo entre los hermanos. Es casi un vínculo "salvador" y de mucha complicidad. Pienso en "Un arma en la casa" o en "Una paliza literaria".
-MQ: Puede ser de complicidad, pero también hay momentos en que el vínculo entre hermanos es una mera complicación. También me interesan los otros vínculos familiares, padres, abuelos, todos en una situación de cariño un tanto desaforado. Gente que, por miedo a perder algo, o por no saber conservarlo, se comporta de maneras absurdas. O de manera literaria, para decirlo poéticamente. O como dice uno de los personajes: sin miedo a ser cursi. Esto lo digo a cuento de que, alguna vez, hace unos cuantos años, mi mayor temor era caer en alguna que otra cursilería. Ahora quiero creer que pasé una barrera y que, simplemente, esos pruritos me importan menos. En cualquier momento empiezo a escribir como Sandro.

-T: Por otro lado, ¿qué lees. Hay algo de literatura argentina contemporánea que te interesa especialmente?
-MQ: Leo todo lo que puedo, creo ser un buen lector. Además de que, entre otras cosas, conduzco junto a Pablo Black el sello Colección Mulita, así que es casi un imperativo que me interese la literatura argentina contemporánea. Hay autores de mi generación que me encantan, y de muchos tengo la suerte de ser amigo: el mismo Pablo Black, Germán Parmetler, Matías Aldaz, cuyo libro "La lluvia cae en todas partes" fue precisamente uno de los que me hizo pensar en tener de una vez mi propio libro de cuentos.
Hace poco leí "Poesía estupefaciente", de Germán Maggiori, y pasé una temporada de plena paranoia. Maggiori es simplemente -como dirían Truman Capote y su versión argentina mejorada, Miguel Molfino- un monstruo perfecto.

14 de marzo de 2023

Autor que no conocía recomendado por Ansolabehere

 

El mundo de Celso Lunghi

“El terror es un género que se
está posicionando en Argentina”

Por José María Marcos, especial para INSOMNIA, Nº 187, julio de 2013

Nacido en 1988 en Pehuajó (Buenos Aires, Argentina), Celso Lunghi ganó el Premio Nueva Novela 2012 Página/12-Banco Provincia con su obra Me verás volver, elegida por un jurado integrado por Juan Ignacio Boido, Juan Forn, María Moreno, Alan Pauls, Sandra Russo, Guillermo Saccomanno, Juan Sasturain y Aurora Venturini. Cuando se conoció el fallo, el jurado expresó: “Me verás volver es una novela epistolar pero situada en la época en que la novela epistolar había abandonado la retórica del género, y en prefiguración del chateo íntimo y del blog, jugaba el efecto de un fluir de conciencia en tiempo real, pero es también una falsa no ficción que trata de una no ficción sospechosa y un relato fantástico fuera de catálogo. De terror pero con sordina, Me verás volver se lee a la antigua, comiéndose las uñas entre misterio y misterio sin que al lector le quede en pie ninguna certeza. ¿Algunos ingredientes? Un cura cínico, cuerpos muertos okupas de cuerpos vivos —psicosis o transmigración, según quién diagnostique—, un enigma policial de portada y otro más inquietante, sutil, barroco, algunas ratas y sangre, mucha sangre, la de la menstruación, la del himen, la de las víctimas y la de ¡pintura fresca! Hacía tiempo que las grandes tradiciones de la literatura argentina no convergían en una trama tan hipnótica y desmedida”. Celso Lunghi vivió unos años en la ciudad de Buenos Aires mientras cursaba la carrera de Letras (UBA), y actualmente trabaja de corrector en el diario Noticias y comenta libros en FM City, ambos medios de Pehuajó.
—¿Cuándo descubriste tu vocación de escritor?
—Mientras cursaba la licenciatura de Letras en el 2009, comencé a ver una miniserie que me hizo pensar: “Estos tipos en el futuro serán conocidos por haber hecho algo artístico y divertido”. Hasta ese momento era un lector fervoroso, pero mi idea era formarme como investigador, especializado en literatura argentina y latinoamericana. Cuando empecé a disfrutar de esa miniserie, algo hizo clic en mí y me pensé como escritor, como hacedor de historias.
—¿Qué autores estabas leyendo en ese entonces?
—Los cuentos de Beatriz Guido me parecían descollantes. Su “Piel de verano” es un cuento de terror excelente. También me llamaban la atención Silvina Ocampo y Bernardo Kordon, quien tiene dos grandes cuentos de terror: “Hotel comercio” y “Un poderoso camión de guerra”.
—¿Y contemporáneos?
—Mariana Enríquez y Juan Diego Incardona. La novela Tuya, de Claudia Piñeiro, y varios relatos de Samanta Schweblin.
A la hora de empezar a escribir, ¿por qué elegiste el terror?
—Es sin duda el género que más me gusta. De chico veía películas con mi hermana, aunque no era tan valiente porque me ocultaba bajo la mesa (risas); la primera fue “Chucky”. El primer libro que leí fue uno de R.L. Stine. Después me cautivaron Elsa Bornemann (Queridos monstruosSocorro y Socorro Diez) y Horacio Quiroga, entre otros. Creo que fue clave una bibliotecaria que en Pehuajó nos leía cuentos, sobre todo de terror, y nos enganchaba. Con los años llegaría Stephen King y todo su universo.

EL NACIMIENTO DE LA NOVELA

—¿Cómo empezó a gestarse Me verás volver?
—Hay una prehistoria. Cuando vivía en Buenos Aires, enfrente a mi departamento, una mujer trataba horriblemente a sus hijas. Ahí quedó la idea de dos nenas maltratadas por una madre siniestra. Escribí un cuento, a la manera de Silvina Ocampo, de dos carillas, donde la más grande mataba a la madre. Con los años se reencontraban y la más chica se vengaba matándole un hijo a la mayor por haberla hecho crecer huérfana. Luego se me cruzó el tema de la secta y, mientras leía a Sara Gallardo, pensé que se podían unir ambos temas en un ámbito rural. El tema del suicidio en masa lo saqué de un grupo religioso, liderado por un puertorriqueño, que puso una fecha para matarse. El objetivo era demostrar que todos sus integrantes eran inmortales.
—¿Por qué contar la historia a través de epístolas?
—Por un lado, nace por el fanatismo que tengo por Manuel Puig, pero, también, porque se me dificultaba la manera de narrar la historia y hacer aparecer lo sobrenatural. Un personaje debía explicitar lo que estaba pasando, pero no sabía cómo hacerlo. Al final, puse esto en manos de un espiritista. Y a la hora de escribir, finalmente, utilicé la estructura de Carrie, de Stephen King, que de algún modo se parece mucho a las obras de Puig.
—¿Qué más tomaste de Carrie?
—Lo que más me rompe la cabeza es el personaje de la madre, que es fanática religiosa. King ha tratado estos temas en muchos de sus libros. Un pasaje sacado enteramente de Carrie es la escena de la menstruación que, a mi juicio, está mejor resuelta en la película de Brian De Palma. En relación a CarrieMe verás volver tiene una historia más recargada y con un color más latinoamericano, por ejemplo, con el tema de la Virgen que llora sangre y otros elementos propios de nuestra idiosincrasia.
—¿La presencia del frigorífico clausurado fue una manera de hablar del contexto de una época?
—No, precisamente. Siempre digo que no tengo imaginación. Escribo tomando cosas de distintos lugares. El tema del frigorífico abandonado lo saqué de algo que pasó en Pehuajó: hace algunos años fallecieron tres obreros. Mareados por unos vapores, se cayeron en unos piletones con sangre y murieron ahogados. Una vez leí que García Márquez, cuando estaba estancado con Cien años de soledad, salió al patio y vio a la mucama envuelta en sábanas, y de pronto, se le ocurrió algo para seguir la novela. A mí me pasa algo parecido. Cuando me trabo miro para todos lados y generalmente se me presentan factores externos que me ayudan.
—¿Qué hay de Pehuajó en El Tábano, la ciudad de tu novela?
—Hay poco. Hay más de los pueblos vecinos o de otros sitios. Al campo lo veo como el campo de un amigo mío en La Plata. El Tábano sería la localidad de Francisco Madero, que queda cerca. Seguramente hay referencias de Pehuajó, pero no las pensé especialmente.

LA LLEGADA DEL PREMIO
José María Marcos y Celso Lunghi en el stand de Página 12.
—¿Cómo viviste el Premio? ¿Los primeros lectores?
—Es un momento muy lindo. Las devoluciones son muy variadas. Muchos la han leído como un policial. Otro me contó que la leyó una noche de tormenta y le causó cierta zozobra. Uno destacó que la abuela le pareció un ser siniestro. El personaje más comentado es el cura del pueblo.
—¿Qué dicen tus vecinos?
—En Pehuajó la novela se vendió muy bien, y he tenido muy buenos comentarios, por fortuna. Todos se alegran de lo que me está sucediendo.
—No te pasó lo mismo que Manuel Puig, que hizo enojar a medio General Villegas por sus infidencias y no lo querían recibir...
—No, para nada (risas). Además, Puig se metía con la intimidad de sus vecinos, y eso le costó mucho. Incluso, cuando salió Boquitas pintadas, un diario de allá dijo: “Todo lo que dice el señor Puig es mentira”.
—Elegiste un pueblo como escenario para tu novela. ¿Te resultan amenazantes las localidades chicas?
—Al contrario, me gusta vivir en un pueblo. Las ciudades (y particularmente las grandes) me parecen amenazantes. Los pueblos son escenarios para contar una historia de terror, porque se trata de universos chicos que puedo manejar. El terror es más creíble alrededor de un fogón, en una confesión en medio de la soledad. Pensándolo ahora, quizás parezca una contradicción, pero hasta el momento no se me ha ocurrido una historia de terror en una ciudad.
—¿Cómo ves el género de terror en Argentina?
—Como todos los géneros, tiene sus momentos. En lo particular, creo que en Argentina se está posicionando con distintos exponentes y expresiones: Mariana Enríquez, Planeta sacó una colección, hay mucha literatura infantil, está la editorial Muerde Muertos. Faltan todavía estudios sobre nuestra literatura de terror, pero ya van a llegar. Tal vez estamos aún en una etapa de nacimiento y desarrollo.
—¿El cine y la música están presentes a la hora de escribir?
—La música, no. En cambio, el cine y la televisión son centrales. Hay muchas cosas que pienso como imágenes. Pedro Almodóvar es un director que me encanta. Sus historias están cargadas de detalles y de melodrama. Algo parecido encuentro en Jaime Bayly, que es muy interesante, aunque me gustaría que sus personajes se crucen un poco más, y que haya un poco más de episodios bizarros y sentimentales.
—¿Te has puesto a pensar cuáles son tus temas para la ficción?
—Por el momento, la religión, los cultos populares y sus consecuencias (el choque entre lo oficial y lo popular, ciertos peligros latentes en el fanatismo) componen un nucleo que me moviliza.

EL MAESTRO DE MAINE Y LO QUE VIENE

—¿Qué libros recomendás de Stephen king?
—El libro que más me gusta de Stephen King es Cementerio de animales. Me parece el más profundo. El género de terror es desesperanzador de por sí, y muchas obras de terror fallan en el desenlace. En cambio, Cementerio de animales es una obra redonda de principio a fin, como El resplandor, que es sin duda una novela que no puede dejarse de lado al estudiarse la literatura del siglo XX. Cujo es también una novela que tiene un pulso extraordinario. De las más nuevas elijo La historia de Lisey. De los libros de cuentos me encanta El umbral de la noche. Y los personajes que más adoro son Carrie White, por su fuerza, y Jack Torrance, por su enorme cantidad de matices.
—¿Cuál es tu próximo proyecto?
—A partir de un hecho que me contaron que sucedió en Santa Rosa (La Pampa), estoy trabajando en una historia que continúa en El Tábano. Si bien hay dos historias paralelas como en Me verás volver, está narrada en tercera persona y parte del espíritu de It, porque hay varios amigos que regresan a un pueblo después de haber fracasado en otros lugares. Aún no saben por qué volvieron ni lo que les espera. No está el payaso Pennywise, claro, pero algo oscuro los espera.

ASÍ ESCRIBE (*). El agua. Durante seis años, durante los seis años que duró la agonía de su madre (mejor dicho: de lo que quedaba de ella, de aquel despojo que le demandaba atención permanente), el agua fue lo único capaz de sustraerla de su realidad. Violeta entraba a bañarse y, al menos por unos minutos, las preocupaciones se disipaban. Desaparecían. Se borraban. Aunque procedía con apuro, porque su presencia en la casa era indispensable (era vital), disfrutaba de cada gota que caía sobre su cuerpo. Ahora está parada de espaldas, con la cabeza flexionada y el pelo corrido hacia los costados. El agua le golpea la nuca. Eso la relaja. La distiende. Lleva quince minutos en la misma posición. El vapor ya lo ha inundado todo. Ha empañado los vidrios, se ha adherido a las paredes, ha humedecido los calzoncillos que se amontonan en el bidet. Además, le ha abierto los pulmones. Y le nubla la vista. Entonces voltea y extiende sus manos en dirección a los grifos. Sin embargo, antes de cerrarlos, decide enjabonarse nuevamente. Como le sobra el tiempo, como no tiene ninguna obligación, lo puede hacer. Se puede dar ese lujo. Empieza por la cara. Se frota con fuerza y enfrenta a la lluvia. Las burbujas se escurren por la rejilla, despacio, muy despacito. Sigue por el pecho. Hasta hace menos un mes, su pecho era tan chato, tan plano, que le cuesta reconocer como propias a esas dos enormes pelotas que le brotaron de él. Y que, por otro lado, y a pesar de su turgencia, no la avergüenzan. En absoluto. Cuando todavía no las tenía, creyó que la iban a incomodar. Y mucho. Pero no. Al contrario: le gustan. Porque la distinguen. La diferencian del resto. A continuación, se enjabona la panza, donde, desde el mediodía, siente un ligero cosquilleo. Un cosquilleo que aumenta de manera progresiva, implacable. Violeta abre la cortina y se sienta en el inodoro. Hace fuerza. No. No son ganas de hacer pis. Ni de hacer caca. Vuelve a la ducha. Se enjabona las piernas. Sube y baja, rodeándolas. Primero la derecha, después la izquierda. Y, justo cuando está a punto de devolver el jabón a su lugar, descubre que se ha teñido de rojo. Sangre..., murmura. Sangre. Se mira las manos. Sangre. Se mira las piernas. Sangre. Mira el suelo. Sangre. Mira la rejilla. Sangre. Sangre que sale de... Imposible. (*) Fragmento de Me verás volver (La Página, 2013)



Tomado de http://josemariamarcos.blogspot.com/2013/07/el-mundo-de-celso-lunghi.html

Metiendo teoría feminista en las grietas

 En seminario de Ansolabehere, leemos "Muñeca" de Lamberti. Imposible no leer con perspectiva de género. Prendo el ventilador en chat y hasta abro la cámara y el micrófono. Sigue molestando. A veces me canso.

7 de marzo de 2023

Ayer volví a mirar programas y horarios

 Lo hice toda mi vida. No me arrepiento de este amor. Encontré dos seminarios que me interesaron: uno con profe conocido con el que cursé poco (Topuzián) que ofrece novelón que compré y no leí ni encajé en cursada (Fortunata y Jacinta). Su programa propone historia de la novela europea y sus teorizaciones más unidades sobre Perez Galdós y yo ya me enganché con que puede ser mi modo de escribir, corregir, terminar y avanzar las (TRES) novelas propias que tengo en distintas etapas de crecimiento (basta de avergonzarme de mí misma). El otro seminario tiene que ver con lo que, teóricamente, me interesaba, me interesa, me interesó siempre al dedicarme a la investigación: el archivo americano, los textos del canon no europeo en América: ¿cómo dejarlo pasar?

Sean felices conmigo y síganme en mis seminarios número ¿34 y 35? ¿O esos son los que estoy cursando ahora? ¿Llegaré a los "sincuenta" (sic)?