Lejos de la prohibición del uso del lenguaje inclusivo en las escuelas implementada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en distintas universidades nacionales como la de Río Negro, Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Buenos Aires, entre muchas otras, se reconoce su validez y se promueve su uso en las producciones académicas desde hace más de dos años. A su vez, desde el 2020, la Licenciatura en Letras de la Universidad de Buenos Aires es protagonista de un avance inédito no sólo a nivel nacional sino también regional, por la incorporación al ciclo de grado de una materia optativa de Teoría y Estudios Literarios Feministas. Se trata de un hecho completamente novedoso que no tiene antecedentes en Latinoamérica y marca un antes y un después en los procesos educativos. Tiempo Argentino conversó con Laura Arnés, doctora en Letras, especialista en Estudios de género y docente titular de la materia.

Para Arnés, la incorporación de la perspectiva feminista “lleva a poder construir pedagogías más inclusivas que cuestionan la naturalización de jerarquías y valores normativos y que resultan acogedoras para diferentes tipos de subjetividades y corporalidades. En este mismo sentido, los estudios de género y la utilización de un lenguaje no sexista promueven espacios más amigables para personas que no se ubican de ningún lado del binarismo sexo-genérico. Justamente, nos brindan herramientas para poner en crisis lo que Butler llama “la matriz heterosexual” que configura todos los espacios de lo social, nuestras subjetividades y nuestros cuerpos. Es fundamental desarmar esa matriz porque genera exclusiones y ordenamientos, de toda índole, que repercuten, por ejemplo, en la organización del sistema literario y en la construcción del canon pero también en la circulación de las voces en el aula: quienes pueden hablar en voz alta y quienes no o, incluso, quienes pueden ser parte de un aula y quienes son expulsades de ella”.


Foto: Gentileza Laura Arnés

La transformación que está sufriendo el lenguaje, señala Arnés, deja en evidencia que el lenguaje y sus usos son siempre políticos y también denuncia lo político que hay en la afirmación binaria de los géneros. “El uso del lenguaje no sexista pone al descubierto que los dos géneros no son naturales y que podrían ser otros. Y eso es maravilloso en tanto posibilidades que abre para las subjetividades que todavía no fueron formadas en el lenguaje genéricamente binario. Poder pensarse por fuera del masculino y femenino, esa posibilidad que el lenguaje no nos daba y ahora nos da, tiene un potencial revolucionario altísimo”, dice en diálogo con Tiempo.

En las aulas, en los distintos tipos de ficciones culturales, como la literatura, los prejuicios heterocisexistas construyen sentido, formas de conocimiento, modos de imaginar y vincularse con otres. Si el género, en su determinación binaria, prescribió valores excluyentes, la lectura a contrapelo del sistema patriarcal permite imaginar otras formas de habitar lo común, y las prácticas pedagógicas son centrales en este proceso. “La perspectiva feminista y los estudios de género traen la posibilidad de un diálogo menos jerarquizado entre profesores y alumnes, permiten intercambios más abiertos, ayudan a plantear otro tipo de pedagogías, a imaginar otras formas de evaluación y a plantear relaciones académicas menos competitivas; dan herramientas para construir formas del saber menos individuales y más colectivas”, destaca Arnés a Tiempo Argentino.

Pero, además, los Estudios Literarios Feministas inventan nuevas maneras de construir sentido a través de la relectura de aquellas ficciones culturales que nos dan cuerpo, que “pautan nuestras formas de sentir e imaginarnos. La perspectiva feminista es una herramienta para repensar la literatura y también para pensar nuestras formas de vida”. En ese marco, la propuesta de la materia, además de brindar un marco teórico extenso, no sólo implica redescubrir literatura que ha quedado relegada a lo largo del tiempo, sino también atravesar los textos canónicos -aquellos que la crítica literaria ha establecido como más significativos-, reordenarlo, con perspectiva de género. El recorrido atraviesa desde la famosa Revista Sur hasta textos como “El matadero”, de Esteban Echeverría. Sobre este último, Arnés señala que se busca propiciar el debate sobre lecturas que han sido ampliamente aceptadas como, por ejemplo, la de David Viñas. La cita es famosa: “la literatura argentina empieza con una violación”, se lee en Literatura argentina y realidad política. Y si bien el cuento de Echeverría narra, en efecto, el momento en que un joven unitario es violado por federales, el postulado pone en evidencia, por ejemplo, que si bien “hay representaciones de cuerpos femeninos violentados a lo largo de toda la historia de la literatura argentina, para la crítica hegemónica estas no resultaron ni significativas ni condición para la reorganización del sistema literario”, explica Arnés. Afortunadamente tanto para expertes como aficionades, estas y otras intervenciones podrán leerse en un libro que pronto verá la luz y reunirá las clases de la materia. La cátedra de Teoría y Estudios Feministas, que cuenta con la presencia de docentes con larga trayectoria en investigación con perspectiva de género como María José Punte, Florencia Angilletta, Paula Bianchi y Julia Krajte, va a compilar el material con el objetivo de socializar herramientas y, tal vez así, aventurarse a imaginar otros mundos posibles.