Autocronograma

AUTOCRONOGRAMA

2008: 23 años deseando esta carrera.

2010: Bitácora de quien estudia en Puán porque la vida es justa y (si te dejás) siempre te lleva para donde querés ir.

2011: Te amo te amo te amo, dame más: Seminarios y materias al por mayor.

2012: Crónicas de la deslumbrada:Letras es todo lo que imaginé y más.

2013: Estampas del mejor viaje porque "la carrera" ya tiene caras y cuerpos amorosos.

2014: Emprolijar los cabos sueltos de esta madeja.

2015: Pata en alto para leer y escribir todo lo acumulado.

2016: El año del Alemán obligatorio.

2017: Dicen que me tengo que recibir.

2018: El año del flamenco: parada en la pata de la última materia y bailando hacia Madrid.

2019: Licenciada licenciate y dejá de cursar mil seminarios. (No funcionó el automandato)

2020: Ya tú sabes qué ha sucedido... No voy a decir "sin palabras" sino "sin Puán".

2021: Semipresencialidad y virtualidad caliente: El regreso: Onceava temporada.

2022: O que será que será Que andam sussurrando em versos e trovas 2023: Verano de escritura de 3 monografías y una obra teatral para cerrar racimo de seminarios. Primer año de ya 15 de carrera en que no sé qué me depara el futuro marzo ni me prometo nada.

12 de noviembre de 2012

Lemebel en PROLILAT

Yeguas del apocalipsis, el dúo que se rebeló a la dictadura chilena


Con una exposición en Santiago de Chile, el fotógrafo Mario Vivado trajo al presente a un mítico dúo.
Alejandra Pau / Santiago - 01/07/2011



Pedro Lemebel (máscara) y Francisco Casas formaron en la década de 1980 las Yeguas del apocalipsis.


Yeguas del apocalipsis fue un dúo contestatario, provocador, homosexual y escandaloso que surgió en la década de 1980 y revolucionó “sin permiso” la escena artística en plena dictadura chilena.

Pedro Lemebel y Francisco Casas formaron este colectivo con el que hicieron presentaciones insólitas e imprevistas que se volvieron un hito en la historia del arte de ese país. El dúo se separó a mediados de 1990, pero el fotógrafo Mario Vivado los puso nuevamente en la palestra este año, con una exposición realizada en la capital chilena.

Lo que el Sida se llevó se llamó la muestra que trajo a las Yeguas del apocalipsis de 1989 hasta 2011. En la galería de Arte D21, ubicada en el barrio santiaguino de Providencia, estas “divas proletarias y marginadas” se dejaron descubrir por miradas más jóvenes, en muchos casos extranjeras y, sin duda, dueñas de unos ojos más democratizados que los de la época de Pinochet.

El origen

El nombre del colectivo, hoy mítico en la escena chilena, surgió a partir de un apelativo despectivo a las mujeres: “yegua” y en referencia al sida, el mal “apocalíptico” que ninguno de los dos padecía, pero que era atribuido sólo a los homosexuales y significaba una sentencia de muerte.

El deseo de hacer más visibles a los homosexuales como personas con derechos humanos, en un régimen dictatorial, era audaz y arriesgado. Fue en ese escenario que Vivado conoció a Lemebel y Casas y en 1989 hicieron una mancuerna artística para una exposición en el Instituto Francés de Cultura.

El título (Lo que el sida se llevó) era de ellos. “Era un momento en que la enfermedad estaba haciendo estragos en la sociedad y sobre todo nos tocaba de cerca, ya que murieron amigos muy cercanos del área del espectáculo”, comenta Vivado en una entrevista concedida a Página Siete.

En esta respuesta a la opresión que vivían por su condición sexual, sus apariciones eran rápidas por obvios desacatos contra la moral y las buenas costumbres -según manifestaba el orden social establecido-.

Fue en una de esas ocasiones que ingresaron a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile montados desnudos en un caballo blanco, emulando a Lady Godiva y el ingreso del fundador de Chile Pedro de Valdivia a Santiago.

En 2007, el matutino chileno La Nación rememoró otra de sus polémicas intervenciones realizada en 1989 en los salones de la Comisión Chilena de Derechos Humanos.

En esa oportunidad, las “yeguas” pintaron un mapa de Latinoamérica, lo cubrieron de vidrio y bailaron cueca con los pies descalzos sobre los restos cortantes mientras tenían una radio colocada en el pecho. “La idea: dibujar con su sangre una cartografía mortuoria de las desapariciones cometidas en dictadura”, reseñó el diario.

Una tarde hace 22 años

22 años después, el fotógrafo aún recuerda la tarde de la cita. “Fue una sesión muy agradable y divertida. Ellos llegaron con anterioridad a mi estudio para traer los vestuarios y nos juntamos más tarde a realizar las fotos, fue todo dentro de un marco profesional donde no faltó el buen vino y el humor”, cuenta Vivado.

Fue en el estudio que las Yeguas hicieron su propia versión de personajes, pero travestidos, como Buster Keaton, de la obra la Casa de Bernarda Alba y Marilyn Monroe.

Lemebel -hoy un escritor premiado y cronista reconocido- escribió en una reseña para el catálogo de la exposición: “el set era pálido cuando salió la luna y pusimos cara de ‘nomeolvides’ para el click fotogénico. Pero no era la luna, sólo un foco más del escenario penitencial donde se trizaban espejos y copas, mientras afuera, en la calle de ese Santiago milico, el sida arreciaba en los suburbios del travestismo callejero”.

De política y besos

Esta aparición hizo a este dúo legendario e inolvidable, tan inolvidable que sus fotografías despiertan hoy una curiosidad por adivinar sus pensamientos, ésos que tuvieron entre toma y toma, y descubrir algún misterio de su forma tan natural de existencia.

Una existencia que estaba “en contra de las caretas”, según dijo Francisco Casas en la misma nota de 2007 realizada por La Nación.

Otra de sus apariciones sucedió en un encuentro de intelectuales con el entonces candidato a la presidencia de Chile Patricio Aylwin. El dúo se subió con tacos y plumas al escenario y mostraron un lienzo en el que se leía Homosexuales por el cambio.

Pero eso no fue todo. Se ha publicado en varios medios que al bajar del escenario, Francisco Casas se lanzó sobre Ricardo Lagos, en ese entonces senador de Chile y quien luego se convertiría en presidente de ese país, y le dio un beso en la boca.

Para Vivado, la exposición tuvo una acogida inesperada, con mucha cobertura de prensa y muy visitada. Por ello, la temática no le parece fuera de época sino actual, sobre todo en la lucha social de la discriminación hacia los homosexuales, pues es algo que ha costado superar en una sociedad chilena que ha experimentado tantos avances materiales como retrocesos humanos y sociales.



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