Autocronograma

AUTOCRONOGRAMA

2008: 23 años deseando esta carrera.

2010: Bitácora de quien estudia en Puán porque la vida es justa y (si te dejás) siempre te lleva para donde querés ir.

2011: Te amo te amo te amo, dame más: Seminarios y materias al por mayor.

2012: Crónicas de la deslumbrada:Letras es todo lo que imaginé y más.

2013: Estampas del mejor viaje porque "la carrera" ya tiene caras y cuerpos amorosos.

2014: Emprolijar los cabos sueltos de esta madeja.

2015: Pata en alto para leer y escribir todo lo acumulado.

2016: El año del Alemán obligatorio.

2017: Dicen que me tengo que recibir.

2018: El año del flamenco: parada en la pata de la última materia y bailando hacia Madrid.

2019: Licenciada licenciate y dejá de cursar mil seminarios. (No funcionó el automandato)

2020: Ya tú sabes qué ha sucedido... No voy a decir "sin palabras" sino "sin Puán".

2021: Semipresencialidad y virtualidad caliente: El regreso: Onceava temporada.

2022: O que será que será Que andam sussurrando em versos e trovas 2023: Verano de escritura de 3 monografías y una obra teatral para cerrar racimo de seminarios. Primer año de ya 15 de carrera en que no sé qué me depara el futuro marzo ni me prometo nada.

23 de febrero de 2014

Caballeroscontra el infinito y/o el útero

Ni dragones ni mantícoras: ¡caracoles!

Elena Fuica

Entre los numerosos seres perversos del imaginario medieval, uno de los más curiosos es el caracol. Aparece en numerosos manuscritos medievales de origen británico, francés y germánico de los siglos XIII al XV como oponente de valientes caballeros, pero no hay teorías claras que expliquen qué es lo que representaba exactamente. Y curiosamente, con los siglos, en Occidente el caracol desaparece como tragado por la tierra (literalmente) de la literatura y el imaginario popular.
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Caballero a caballo contra caracol. Batalla en los márgenes, procedente de Li Livres dou Tresor, de Brunetto Latini, datado entre 1315 y 1325.
Ni dragones ni grandes ejércitos… curiosamente en algunos de los manuscritos conservados de los siglos XIII y XV de la literatura occidental, el gran oponente del caballero medieval es un caracol, un curioso elemento amenazante presente en salterios y libros de horas principalmente de origen británico, francés o alemán. Da lo mismo que el caballero vaya a pie o a caballo, lleve cota de malla o pelee a cuerpo descubierto, y que el animalillo viscoso sea representado a tamaño natural, tan grande como un perro o a gran escala, ocupe una página completa y se encuentre de forma marginal bajo el pie del caballero… lo cierto es que el héroe por lo general aparece aterrado, o al menos preocupado, por este diminuto oponente.
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Caballero contra caracol. Batalla en los márgenes, procedente del salterio Gorlenston, de Suffolk (Inglaterra), datado entre 1310 y 1324.
Hasta el momento, los estudiosos no se han puesto de acuerdo a la hora de definir su significado: entre las diferentes explicaciones probables, han planteado la posibilidad de que la lucha del caballero contra el caracol pudiera representar el intento de los campesinos por oponerse al poder de una aristocracia opresiva, un insulto a los arribistas sociales o incluso una imagen picante de la sexualidad femenina. Existe también una tendencia que quiere considerarlo como un posible símbolo cristiano cuyo significado se habría perdido con el paso del tiempo, dado que se utilizaba de forma marginal en los libros religiosos.
La revista Got Medieval, especializada en el análisis de manuscritos de la época, dedicó en 2009 el artículo «What’s so funny about knights and snails? Mmm… (Marginalia #46)» a este tema. El autor consideraba que era posible que los lectores medievales consideraran divertida, o al menos interesante, esta escena, ya que era habitual en salterios y libros de horas, pero que dado que en la actualidad no disponemos de claves que lo expliquen, nos resulta casi imposible comprenderla.
El primer intento por relacionar al caracol con una interpretación religiosa data de mediados del siglo XIX. El conde de Bastard planteó la teoría de que la imagen con la que abrimos este artículo simbolizaba la resurrección, puesto que había sido encontrado en dos manuscritos cerca de miniaturas que mostraban la resurrección de Lázaro. De forma más reciente, la medievalista Lisa Spangenberg, en el artículo de la revista Smithsonian «Why were medieval knights always fighting snail?» defendía la teoría de que el caracol luchando contra el caballero puede tratar de recordar al lector que la muerte es algo inevitable, una idea que surgiría del salmo 58 de la Biblia: «Que sean como el caracol, que se disuelve según se arrastra;
como los que nacen muertos, que nunca ven el sol». Sin embargo, la revista Patheos, en el artículo «Medieval warrior snails», esbozaba otra teoría alternativa partiendo de este mismo salmo. En su opinión, el caracol simbolizaría un enemigo que no es tal, que es vencido aunque cualidades como su lentitud y el estar armado obliguen al caballero a embestir contra él sin descanso.
Al margen de la Biblia, otros expertos han querido ver en el humilde caracol un simbolismo de lucha social y de revolución. Así, la teórica de los años 60 Lilian Randall, en su estudio El caracol en los márgenes de la guerra gótica, proponía que este caracol pudiese simbolizar a los lombardos, un grupo de personajes del pueblo que se caracterizaban por su conducta traicionera y por su comportamiento poco caballeroso en general. De acuerdo con esta interpretación, el caracol representaría un grupo social con un comportamiento opuesto al del ideal caballeresco. Otra posible explicación que proponía Randall era que quizás esta representación simbólica formaba parte de una broma de la época que ridiculizaba a la caballería fuertemente armada de la época, pero eso no bastaría para explicar por qué el caballero a menudo aparece como perdedor de la contienda, o por qué esta imagen en particular está representada a menudo en textos no históricos como salterios o libros de horas.

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Caballero contra caracol: el ataque de los caracoles, representado en el salterio de la reina Mary, Inglaterra, 1310-1320.
Aún existe otra teoría más, esta vez relacionada con la lucha de sexos y el menosprecio hacia la mujer en el imaginario medieval, ya que, en ella, el caracol encarnaría la tentación y el pecado que hay que combatir. Su impulsor habría sido Egbert Haverkamp-Begemann, quien en su obra Dibujos europeos de los siglos XV al XVIII en la colección de Robert Lehman, apuntaba la posibilidad de que el caracol representara la lujuria femenina. Según este autor, en la antigüedad el caracol simbolizaba la perversidad, y de hecho las prostitutas eran denominadas «caracoles». Por otra parte, según Haverkamp, en el folclore de los países alpinos el caracol simboliza tanto la feminidad como el renacimiento. En su opinión, si tomáramos en cuenta esta connotación sexual, «no sería coincidencia que el caracol fuera representado en el suelo, sin responder a los posibles estímulos de su jinete, y que dicho jinete fuera representado erguido con alas de pájaro como arma (en alemán, vogel significa pájaro, y vogeln quiere decir fornicar)». Esta teoría enraizaría con la idea ancestral por la que el caracol se considera un símbolo lunar femenino, cuya espiral representaría tanto el infinito como el útero.

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