Empezó ayer el curso de extensión. Muy divertido, muy interesante. De esos momentos en los que una vuelve a recordar que siempre volvía a saber que hay tanto allá afuera por saber, por leer, por conocer, por analizar, por traducir, por disfrutar.
El profe y la profe parecían ir armando una coreografía perfecta alrededor de la cronología histórica de Japón que habían preparado para introducirnos en aquella cosmovisión sumada a sus propios principios metodológicos de lectura basados críticamente en El imperio de los signos de Barthes.
Y el entusiasmo se contagiaba y aquí nos vinimos a leer Mil grullas de Kawabata.
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