TEÓRICOS SEGUNDO PARCIAL DE
LITERATURAS ESLAVAS
PAULA SALMOIRAGHI 20838420
6. Analice los usos de la animalidad en Corazón de perro relacionándolos con los conceptos de Deleuze sobre
animalidad en “Devenir intenso, devenir animal”.
Afirman Deleuze y
Guattari (2003) que:
Devenir es un rizoma,
no es un árbol clasificatorio ni genealógico. Devenir no es ciertamente imitar,
ni identificarse; tampoco es regresar-progresar; tampoco es corresponder,
instaurar relaciones correspondientes; tampoco es producir, producir una
filiación, producir por filiación. Devenir es un verbo que tiene toda su
consistencia; no se puede reducir, y no nos conduce a "parecer", ni
"ser", ni "equivaler", ni "producir".
Pero los hombres científicos descriptos en Corazón de perro creen que ser humano o ser perro, ser burgués y
decente o proletario y comunista, son categorías fijas entre las que ellos
mismos pueden actuar mediante cortes de bisturí y manipulación de vísceras
orgánicas o sociales donde se asentaría lo humano y lo perruno (hipófisis,
cerebro, corazón, testículos, corbata, zapatos, teatro, circo). Los personajes
doctores se consideran a sí mismos dioses dominadores de la vida, la muerte y
la juventud y el devenir animal del protagonista y de la voz narradora los
sumerge en una ola rizomática que los caricaturiza y nos los muestra en toda su
monstruosa ruindad.
La novela de Bulgárov propone, en términos de Deleuze y Guattari (2003),
“zonas de indiscernibilidad” tanto en la voz narrativa como en los tres
personajes centrales: los dos doctores y el operado. Se problematiza la posibilidad
de manipular la identidad humana y animal en tanto el “experimento” resulta “fallido”
(así lo consideran los personajes que lo realizaron) y debe retrotraerse en su
procedimiento y, durante todas las escenas en que los tres aludidos se
relacionan, sus cuerpos y conductas se contaminan en su aspecto y sus actitudes
borrando los límites estrictos entre entidades que se ven a sí mismas como
antagónicas.
Por su lado, la voz narrativa se
muestra inestable en su persona gramatical (de primera a tercera y viceversa
sin marcas claramente limitantes) y en su punto de vista (focalización cero o
en el perro). Además se incluyen páginas del diario del ayudante del doctor y
secciones en las que los diálogos se acercan a las didascalias teatrales.
El objetivo de estos procedimientos
es desestabilizar la posición racional y jerárquica que asumen Filipp
Filíppovic y Bormental como representantes del varón blanco, adulto, letrado y
propietario ante el sujeto de sus experimentos que será nombrado como “el
perro” o Shárik por los humanos que lo maltratan y utilizan, para luego elegir
sus propios nombres y apellido en clara parodia a la cultura letrada: Poligraf
Poligráfovich Shárikov reúne lo múltiple, lo gráfico de la letra escrita y el
apellido “hereditario” que se hace cargo del apodo insultante volviéndolo marca de orgullo como tantos grupos
minoritarios han logrado a través de la historia de las discriminaciones (“gay”,
“queer”, etc).
Los doctores creen ubicarse en el
escalón superior de la pirámide de la vida y tener derechos sobre los cuerpos
animales pero también sobre los de otros humanos a los que consideran
sirvientes o pobres o comunistas o ladrones incapaces de usar chanclos en una
escalera con alfombra. Pero sus categorías jerárquicas se ven transformadas en
devenires por la voz narradora que los nombra como “el mordido” y “el
hierofante” (rango sacerdotal en antigua religión griega) y les asigna rasgos
vampíricos, criminales y asesinos durante la primera operación. La soberbia de los sujetos burgueses es
claramente ridiculizada con las referencias a Fausto como arquetipo del que
aspira al conocimiento de lo sagrado a cualquier precio y a Calibán, el
sometido que asume la voz del amo para insultarlo.
Si “el devenir no
produce nada por filiación” y “cualquier filiación sería imaginaria” (Deleuze y
Guattari, 2003, p. 245), los humanos doctores intentan detener el devenir
animal del protagonista para fijarlo en la imagen de “hombre decente” que ambos
creen sostener y quieren reproducir. Shárik llama “papito” al doctor que “lo
creó”, los vecinos creen que es su hijo bastardo. Él mismo alude a “mi perro”
aunque la experiencia del sujeto contradiga toda noción de descendencia y de
paternidad tanto como de posesión o esclavitud.
No
concuerdo con Alejandro Ariel González (2014) cuando afirma de “un experimento
fallido termina convirtiendo a un perro de la calle en un humano privado de
toda conciencia moral”. Creo que no se trata de cualquier perro de la calle
sino de uno que estaba medio muerto a causa de un cocinero que lo escaldó con
agua hirviendo y que es capaz de seguir a cualquiera que le ofrezca comida así
como de quedarse por comodidad y por respeto a las marcas de clase (ver
episodio en que sale a la calle con collar) que debe pagar con su libertad. Por
otro lado, el humano en que se transforma no está privado de “toda” moral sino
que no responde a la moral burguesa de sus creadores mientras en muchos
momentos demuestra mucha más conciencia de clase y sentido de la justicia que
todos los demás. Shárivoc actúa según principios mucho más básicos (hambre,
amor, deseo, interés, odio) que los que esperan quienes creen que es “natural”
conocer y respetar las normas de uso de un baño, unas ropas, unos edificios,
unos empleos y unas convenciones sociales que no vienen incluidas ni en los
testículos ni en la hipófisis de ningún hombre. Cuando el hombre-perro
encuentra trabajo y esposa, entra en los parámetros del éxito y la aceptación
social pero no dentro de lo esperado por sus creadores, estos lo acusan de
ladrón y alcohólico y arruinan sus logros aunque ellos mismos mantengan el
mismo tipo de relaciones mentirosas y de robo con sus pacientes.
Los doctores acusan por los “malos” resultados de la
transformación a la memoria que guardaría la hipófisis de la personalidad del
criminal muerto de donde fue extraída. No se hacen cargo de que se trate de
conductas humanas generales sino que apartan de sí el problema central sobre
qué es o qué no es ser un hombre para condenar a Shárikov como eslabón inferior
de su cadena evolutiva o como producto de una hipófisis humana que no es la de Spinoza.
Resulta relevante que el nuevo hombre, el producto de la
evolución científica, sea proletario y actúe de modos que Transfiguriev y
Bormental consideran inferiores y subalternos en vez de adorar a ambos como
dioses. También que no agradezca el paso a la humanidad ni sea más feliz con
esa “evolución” ni se sienta en deuda con los “poderosos”.
La animalidad de Shárivoc nos muestra que el hombre no es
más que un perro afeitado y del que huye la criada. El proceso de
transformación registrado por la narración parece seguir pasos muy claros
(caída del pelo, lenguaje articulado, alargamiento de los huesos, risa,
posición erguida, caída de la cola, traje y corbata, uso del baño, servilleta
en la mesa) mientras el narrador mismo pierde la voz central para dar paso a la
desesperada y borroneada escritura de Bormental que teme estar volviéndose loco
ante lo que observa.
El final, distópico y desesperanzado, muestra que “el
crimen maduró y cayó como una piedra,
como suele suceder” (Bulgákov, 2014), que el amo volvió a tener al perro a sus
pies y canta Aída, la ópera de Verdi (A las sagradas orillas del Nilo acudid,
héroes egipcios! Que todos los coros pronuncien el grito: “¡Guerra y muerte al
extranjero!”) como marca de su excelsa clase social y sus consumos
culturales europeos pero también como versos que alaban el poder de someter a
quienes se considera inferiores, salvajes o extranjeros. En contrapartida,
Shárik ha recobrado su cuerpo inestable (entre lampiño y artista de circo), se
ha liberado de las corbatas y las servilletas, ha vuelto a ser quien lleva el
foco de la narración, quien asigna nuevamente los apodos de “mordido” y “mago”
y asusta con su “origen impuro” y su “abuela ramera” a quienes vienen a
reclamarle participación en los ridículos bandos políticos humanos mientras él
se ha olvidado ya de todo y está caliente y con la panza llena en la alfombra.
Bibliografía
Bulgákov, Mijaíl (2014) Corazón de perro. Buenos Aires. Losada.
Deleuze, G. y Guattari, F. (2003) “Meseta 10:
Devenir-intenso, devenir-animal, devenir-imperceptible”. En Mil mesetas.
González, Alejandro. (2014) “Introducción”. En
Bulgákov, Mijaíl (2014) Corazón de perro.
Buenos Aires. Losada.
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