20 de mayo de 2012

Melancolía, cotidianeidad y acontecimiento

FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS
UBACYT 2011-2014 GC

DIRECTOR: JUAN DIEGO VILA

TITULO: “MELANCOLÍA, COTIDIANEIDAD Y ACONTECIMIENTO: MODULACIONES PARA NARRAR EL
PRESENTE EN LA PROSA ESPAÑOLA DE LOS SIGLOS XVI Y XVII"


Para la crítica actual el florecer de una hexis melancólica no puede desligarse de la “crisis epistémica de los grandes metarrelatos del Humanismo” (Rodríguez de la Flor, 2007) ni de una reevaluación del legado historicista de Maravall (1975) en la inteligencia de que el declive material de la hegemonía imperial hispana (Vázquez de
Prada, 1987) contribuye al sentir de frustración social. Desde esta atalaya el vínculo entre melancolía y narración, entre melancolía y representación, adquiere nuevo vigor puesto que fuerza a repensar la gran aporía del imperio católico por excelencia: el hecho de que el espíritu de expansión, conquista y triunfo no hubiese tenido el grado de legitimación discursiva que era de prever de haber primado las fuerzas rectoras propias del universo protestante, en el cual las escenas de cotidianeidad rica y pletórica se acoplan a la perfección, en el proceso de representación, con el ideario de un universo racionalizado y eficaz. España, por paradójico que resulte, sólo puede adquirir conciencia de sí en tanto y en cuanto el propio mundo es ofrecido como representación, ficcionalización y fingimiento y bajo la revelación última e íntima –conforme se afianza el barroco-de que la única
verdad asequible a su respecto es la ilusión. La narración melancólica, a nivel discursivo, parecería certificar que lo histórico común y general parece intrínsicamente ligado a variadas estrategias de la defección en el proceso de
autorepresentación del propio tiempo. Pues la intuición primera de que ciertas textualidades renacentistas trasuntaban, en la adopción de esta modalidad enunciativa, la certeza de un desvío de lo real (Bataillon, 1952) ha venido a complementarse con la meditación del arte barroco como poética que agudiza la experiencia radical de la vida. La vida cotidiana y el acontecimiento histórico del presente son, por cierto, confines en crisis en el proceso diegético de impronta melancólica puesto que la condición de inteligibilidad de lo real se ancla en ruinas, tiempos pasados y culturas perdidas y ello determina, en gran medida, que la floración alegórica del barroco ulterior resulte corolario lógico y necesario de un punto de partida previo en el que, necesariamente, lo social –cotidiano personal e histórico comunitario- resulte pensado en términos de sospecha o potencial defección.

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