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Henry Fielding y la tradición quijotesca “El banquete”, de la serie “La campaña electoral”, de William Hogarth. Por Fabricio Welschen (*) Publicada en 1749 y escrita por un controvertido autor de comedias teatrales devenido posteriormente en novelista, Tom Jones (The History of Tom Jones, a Foundling) es una de las más grandes obras de la literatura universal. Sir Walter Scott ha llamado a Henry Fielding “el padre de la novela inglesa”, lo cual nos da una idea de la importancia que tiene su producción, puesto que ha asentado las bases para el surgimiento de las posteriores novelas de la literatura de su país y fue considerado en su tiempo por los novelistas sucesores un parangón, un punto de partida. Eso respecto de lo que representa Fielding en el sistema de la literatura inglesa. En lo que refiere al sistema de la literatura universal, la obra de Fielding viene a enmarcarse en una tradición literaria inaugurada más de un siglo antes de su publicación y a reafirmar, con ingenio, innovación y lucidez, los cimientos de esta nueva tradición en la historia de la literatura y en particular en la de la novela. La tradición literaria a la que se alude es la de la llamada “novela moderna”, que fue instaurada en 1605 tras la publicación del Quijote de Cervantes. Precisamente, es en la tradición de la novela moderna en la que se alinea Tom Jones, profundizando el modelo presentado por el Quijote e instaurando esta nueva tradición en el sistema de la literatura inglesa. Un nuevo género literario Tom Jones es una voluminosa novela de más de mil páginas, distribuida en dieciocho libros, o partes; el argumento trata acerca de las vivencias y aventuras de Tom Jones, un joven bastardo, hijo ilegítimo de un padre desconocido, que tras perder la gracia del bondadoso y rico caballero que lo había adoptado se ve obligado a deambular por Inglaterra. Busca entonces encontrarse con su amiga Sofía Western, de la que se halla enamorado, quien a su vez se lanza a recorrer las tierras inglesas para evitar un casamiento amañado por su autoritario padre. Un punto y aparte merece la presencia del narrador (/autor) en toda la novela que ya desde el capítulo dos del Libro I advierte al lector -a quien no va a dejar de interpelar- que siempre que la ocasión se le presente estará dispuesto a dejarse llevar por digresiones que interrumpan la narración del argumento. He aquí uno de los puntos esenciales que muestra la obra y que la caracteriza como alineada a la tradición de la novela moderna. En ciertos espacios del libro, el narrador reflexiona acerca de los acontecimientos sucedidos en el discurrir del argumento, analiza el comportamiento de cierto personaje, cavila acerca de la propia obra o simplemente lanza algunos dardos contra “los críticos”, advirtiéndoles acerca de cómo deben interpretar la novela. Precisamente es en uno de estos espacios (capítulo primero del Libro II) donde la voz narradora del autor, reflexionando acerca de la novela y advirtiendo al lector de la forma en que llevará a cabo su composición, se proclama el fundador de un nuevo género literario y sostiene que, por lo tanto, está en libertad de dictar las reglas que a él le parezcan más pertinentes sin rendir cuenta a los críticos. Más adelante se le dará nombre a este nuevo género que se adjudica Fielding: “Poema épico histórico en prosa”. En realidad Fielding no es el fundador de un nuevo género literario; el llamado “poema épico histórico en prosa” no es más que la novela moderna, cuya adjudicación le corresponde íntegramente a Cervantes. El hecho de que Fielding haya instaurado la tradición de la novela moderna en el sistema de la literatura inglesa es otra cuestión. El nuevo género literario se inaugura con el Quijote, y es a partir de este punto, tomando como modelo la novela de Cervantes, que Fielding compone su Tom Jones. En Tom Jones aparece la cuestión metaficcional de la autorreflexión; la conciencia que hay en la obra acerca de los límites y desbordes de la ficción que forma parte de la estructura. En comparación con el Quijote, en la novela de Fielding es, se podría decir, más explícita esta conciencia metaficcional: el narrador mismo se encarga de anticipar al lector las técnicas y componentes ficcionales que empleará para “embellecer” la narración (el símil, por ejemplo, es uno de los más utilizados por el autor), un narrador que reflexiona acerca de (y transparenta) el arte de componer ficción. En cambio en el Quijote esta conciencia metaficcional aparece en forma de complejos artificios, tales como los juegos de espejos, los juegos de caja china (una novela dentro de una novela que a su vez se encuentra dentro de otra novela), la fragmentación de la figura del autor en la obra y la apropiación e incorporación de un mundo de ficción ajeno (el Quijote apócrifo de Avellaneda) para contrastarlo con el propio mundo de ficción (la segunda parte del Quijote). Novela picaresca o novela moderna Tom Jones no es, como podría pensarse, una novela picaresca: se enmarca dentro de la tradición del Quijote y no en la del Lazarillo de Tormes. A propósito de esta cuestión, Harold Bloom en El canon occidental, indica que en el Quijote se puede apreciar un contraste entre Don Quijote, el hidalgo fantasioso y el personaje Ginés de Pasamonte, un pícaro farsante, contraste que simbolizaría la oposición entre dos géneros literarios. Ginés de Pasamonte representaría la novela picaresca (él mismo afirma en la primera parte de la novela que ha escrito su propia biografía en un estilo similar al del Lazarillo); en tanto que Don Quijote representaría la novela moderna. El clímax de este contraste-oposición tiene lugar en el capítulo XXVI de la segunda parte del Quijote; Ginés de Pasamonte disfrazado de titiritero representa una función de títeres que presencian Sancho y Don Quijote, quien reacciona con violencia al confundir lo real con lo ficticio, y desarma con su espada el retablo del pícaro farsante. Luego de este episodio, el personaje de Ginés de Pasamonte no vuelve a aparecer en la obra: Don Quijote, representante de la novela moderna, ha vencido a Ginés de Pasamonte, que era la caracterización de lo picaresco en la novela, desbaratando su montaje artificioso. Fielding y su obra se encuadran dentro de la línea trazada por el ganador; se inscriben en la tradición quijotesca, es decir en la tradición de la novela moderna. (*) Fabricio Welschen es también el autor de la reseña titulada “Un cocktail de sentimientos” publicada en esta sección el 29 de octubre ppdo. “La visita del candidato”, de la serie “La campaña electoral”, de William Hogarth. |
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