Después de terminar Bajo este sol tremendo (qué fuerte, qué angustiante, qué genial) y haber picoteado embobada el Informe sobre ectoplasma animal que me hizo "recordar" (léase avivarse, permitirse, sospechar) que una puede escribir genialemnte toda cosa loca y desatada que tenga girando en la cabeza, el cuerpo y la vida, me vengo a apercibir de que tengo entre mis estantes, hace como tres o cuatro años, La comemadre, del mismo Roque Larraquy, no vela cuyo título me llamó inicialmente la atención pero había olvidado leer.
Acabo de empezarla: te mata en la primera oración, te resucita en la segunda para volverte a asesinar en la tercera y así cada párrafo y cada página de las iniciales seis o siete que leì y me hicieron salir disparada a escribir acá.
Ya hasta decidí que sobre él voy a escribir mi trabajo final del seminario y presentarlo para el Frikiloquio 3.
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