17 de julio de 2014

Padonde soplel viento

En medio de todo el kilombo con la internación de mi viejo yo no pierdo las esperanzas de dar mi final de Brasi el lunes que viene ni mi capacidad para dar clases o estudiar porque eso es muy fácil al lado de tantas cosas más difíciles y hasta imposibles para mi cabeza de ratón.
Había elegido a Pessoa como tema de final: porque es poesía, porque me encanta, porque tengo un artículo divino sobre él y sus cartas a Ophelia en Diario de poesía, porque no lo trabajé en parciales ni en monografía durante la cursada. Pero leía poemas sueltos, encontraba un hilo y lo perdía, casi estaba hoy por desistir de lograr algo coherente.

Y me puse a boludear en feis, como siempre, pero quejándome de que no podía hacer otra cosa que clois y más clics. Y así, a la deriva, blogueando, leyendo salteado, buscando bibliografía sobre el poeta y sus heterónimos me agarraba más y más pánico a lo inabarcable del tema y mi imposibilidad de organizarlo (si uno de los textos obligatorios sale 600 pe en mercadolibre y no me resigno a leerlo en fotocopias).

En medio de mi divague apareció un texto sobre Noll, ¿cuál? No me acuerdo, no sé cómo llegué ahí. Sé que recordé cuánto me había gustado su novela y las otras dos que me compré de él en la feria del libro.
Y en lo que va de la tarde ya leí y anoté tres artículos críticos. Y me decidí: Mi tema va con Noll y alguna de estas dos novelas que reclaman ser leídas sí o sí antes del lunes, estas dos novelas que emergen de la pila de perdientes pisándole la cabeza al interrumpido Pessoa.

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