Ayer empezamos con Fernando Pessoa. Ya lo de la heteronimia es un reviaje. Pero no contento con eso, Mario Cámara (Antologador de mi Leminskiana, entre otras cosas interesantes) se puso a introducir al poeta portugués que es muchos poetas portugueses con Mallarmé, Baudelaire, Rimbaud y Valery. Yo no cabía en mí de gozo: se ve que, como siempre, se me notaba en la cara porque en medio de la clase, en medio de unos silencios y unos gestos que denotaban un completo "Esto no se entiende un carajo", al profe se le ocurrió señalarme y que dijera qué se entendió (eso me pasa por mover la cabecita como perrito mecánico de automóvil). Un calor terrible pero sumado a la alegría de poder expresar qué amo la idea del poema como objeto, de las palabras como lance de dados en la página, de la poesía objetivista, concreta, como borramiento de la subjetividad soberbia del yo individual.
Cámara leyó "El albatros", "La tumba de Poe" y un fragmento de "Una temporada en el infierno": "Mis 20 años temblando de cariño" y la total certeza de estar exactamente haciendo lo que amo.
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