4 de mayo de 2013

Cómo odio a Sarmiento y Echeverría

Siempre. Leerlos más me confirma. Ni Ansolabehere ni mis compañeros en el seminario de los sábados que tanto disfruto pueden quitarme de la cabeza el grito de "No quiero ser hija de éstos". Ni por herencia nacional, ni por tradición literaria. Odio sus racismos, sus clasismos, elitismos y afrancesamientos. Odio que sobre este tipo de pensamiento y esta literatura gris, opaca, mediocre, apenas propia, apenas "literaria" se asiente toda nuestra historia de la literatura.
Tiene que haber otra cosa, otra línea olvidada que nos salve del sarmientinismo y su chota generación de progresistas. Qué decadente que el "maestro", que la imagen mítica de "la educación argentina" sea alguien con tantos complejos y prejuicios. Si ni siquiera se ocupó nunca de la infancia, si su proyecto era "limpiador" y "exterminante", si abría la boca como pajuerano ante Paris y EEUU. Algo más tengo que encontrar...
(La cautiva me está gustando pero sigue siendo pedorramente romántica para mi gusto y afrancesada en sus modos, tilinga siempre a pesar de lo lindo de la parte de El puñal y lo cómico de María heroica y el nabo de Brian reclamándole pureza sexual luego del malón)

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