3 de noviembre de 2012

Llamarse Ernesto

Oscar Wilde me gusta desde los 10 años y El príncipe feliz.
La importancia de llamarse Ernesto estaba en mis nobibliotecas desde hace unos años proveniente de alguna mesa de ofertas.
Tuvo que aparecer en el programa de Literatura Inglesa para que me diera permiso para leerlo en dos maravillosas horitas mientras tomaba mesa de previos o similares.


"ARCHIBALDO.- ¿Por qué será que en todas las casas de solteros son tan aficionados al champagne los criados? Lo pregunto solamente a título de curiosidad.
ESTEBAN.- Yo lo atribuyo a la buena calidad del vino, señorito. He observado una porción de veces que en casa de los hombres casados raramente es de primera el champagne.
ARCHIBALDO. - ¡Caramba! ¿Tan desmoralizador es el matrimonio?"



"ARCHIBALDO. - No veo que el declararse tenga nada romántico. El
estar enamorado sí que es romántico; extraordinariamente romántico.
¡Pero el declararse! ¿No has pensado en que pueden decirle a uno que
sí? Y casi siempre se lo dicen. Y entonces, ¡adiós interés! La esencia
misma del romanticismo es la incertidumbre. Lo que es si alguna vez
me caso, haré todo lo posible por olvidarlo."


Oscar Wilde. La importancia de llamarse Ernesto.

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