24 de junio de 2012

Celia hablaba y yo seguía escuchando alegóricamente





"¿Por qué representar el mal?
Si la colección comienza con la belleza, la idealización, el determinismo y la certeza de lo narrado a través de los hijos, los poetas y la fama, ¿por qué debe concluir con lo monstruoso, lo anómalo, un deambular que pareciera no acabar jamás y un gesto final que mina la posibilidad de narrar, de transferir la experiencia de lo visto (el poeta que no es poeta, el lector que debe juzgar, la noche del coloquio aún no transcripta)?
Lo demoníaco es la contracara, la oscuridad frente a la luz, lo que completa el cuadro de lo existente. Pese a sus connotaciones negativas, es también un símbolo de potencialidad. Y puede ser visto, a su vez, como el reflejo, la inversión de lo alto (visión apofática). Representar lo infernal es seguir una ambición de totalidad en cuanto a qué debe ser representado. Se amplían las posibilidades de lo representado.
Llegar al fondo, a lo más bajo de lo existente es el punto necesario para el ascenso. Es lo que permite mirar hacia arriba."


Celia Burgos. Exposición a partir de El coloquio de los perros. 23 de junio de 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario