24 de junio de 2012

Ayer: Jornada perruna

EL COLOQUIO DE LOS PERROS. Exposición para Seminario. junio de 2012.

Preguntas que plantea la novela-coloquio:
* ¿Por qué al final de la colección se rompe así la verosimilitud?
* ¿Por qué hablan los perros?
* ¿Por qué perros (y no otro animal) y por qué hablan y son escuchados por humanos (podrían comunicarse entre ellos solamente)?
* ¿Por qué este diálogo aparece referido por un humano (que además es presentado como "engañoso"?
* ¿Por qué este texto aparece dentro de la novela ejemplar "El casamiento engañoso"?
* ¿Por qué se dice que el Alférez no sólo escuchó el diálogo sino que lo pasó a papel y se lo dio a leer al Licenciado?
* ¿Por qué el Licenciado lee al mismo tiempo que nosotros?
* ¿Por qué se lee en forma de texto teatral, sin acotaciones y sin narrador que ha quedado relegado a otro plano?
* ¿Por qué habla un solo perro y no podemos leer la narración de la vida del otro?
* ¿Por qué los perros han nacido de una bruja o han sido transformados en perros por otra bruja?
* ¿Qué es, cuándo se cumplirá y quién cree en la profecía de la Camacha?

(Si logramos contestar a dos de estas preguntas somos Gardel)

Uno de los modos posibles de resolver tantas incógnitas es elegir la lectura alegórica. Y en el mismo postulado de la frase anterior nos estamos trepando a la "mesa de juegos" de Cervantes: Precisamente, puede tratarse, este último texto de la colección, de la invitación a que cada lector elija su modo de leer las Novelas ejemplares. Creo que El Coloquio es, o puede ser leído como, una alegoría de la forma de narrar y de escuchar una narración, de la forma de escribir y leer una narración o, más aún, una alegoría de qué es y cómo se forma y vive un escritor cuando ha encontrado a su lector, no cualquiera que pone los ojos o la oreja a lo creado, sino aquel que es "un perro" igual que él, que ha nacido del mismo parto monstruoso, que ha recibido el don de la palabra en el mismo momento y que tiene los mimos problemas y dudas que el escritor mismo. Podríamos decir que Berganza y Cipión son dos escritores, dos creadores de ficción, que se encuentran, en el particular momento en que Campuzano los escuchó y en el particular momento en que nosotros los leemos, en el momento de escribir uno y leer el otro pero que van a cambiar de lugares enseguida porque Cipión es también un escritor y solamente se encuentra esperando su turno.
Para doblar la apuesta y con el permiso de la exposición de Pablo del sábado pasado, quiero proponer ampliar la rueda y ver en este texto la invitación del propio Cervantes a ser nosotros, lectores del siglo XXI, llenos del vértigo que dan los 400 años de distancia, igual de dudosos sobre nuestra entidad y naturaleza, igual de confusos sobre nuestra misma condición de "prodigios" y "cosas nunca vistas", digo, ser nosotros los escritores Cipiones en potencia que podríamos levantarnos ya para ir a escribir la próxima novela ejemplar (o similares).
No es rara en Cervantes la reflexión metatextual ni la teorización dentro de sus ficciones sobre la esencia, el modo y el sentido de la creación literaria. El coloquio está lleno de referencias directas o indirectas a lo literario, a los géneros y modos de crear. Para no irme por las ramas, intentaré armar una alegoría lineal, buscando equivalentes uno a uno de cada elemento de la novela con su equivalente metafórico dentro de la vida o la obra no de Cervantes mismo (que no me animo) sino de un escritor en abstracto (Algún crítico propuso que El C se trataba no de un yo autobiográfico de Cervantes sino de su yo intelectual). Voy a hacer trampa algunas veces, y a saltearme lo que no puedo encajar en mi esquema pero, como el Licenciado Peralta, ustedes tratarán de disfrutar del artificio y no de dilucidar si se trata de verdad o mentira.



Yo

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