Pero hoy quiero registrar este malhumor como primer atisbo de mi necesidad real de abandonar las aulas: me fue mal en el cole siendo profe y en el seminario siendo alumna oyente. Ya no me banco las primeras impresiones lectoras de nadie, ni la necesidad de aprender a escuchar de nadie, ni el vocabulario inadecuado, ni el vacío teórico, ni mi lugar de explicadora, ni mi "tolerancia" con el proceso ajeno. Ya no quiero más enseñar ni fingir que no sé. Pasemos a otro tema. Y me meto en el culo la verguenza de crecer y el miedo a ser soberbia por decir "Basta para mí".
(Miren si seré culposa que necesito aclarar que tengo 29 años de antiguedad docente, dos carreras terciarias y una universitaria multiplicada durante 12 años. Ya era hora de que me hartara, ¿no?
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