A veces me pongo caprichosa y a veces me creo especial y que, además, la gente que yo elijo "debe" elegirme y por ello tratarme de modo especial. Soñé con que "mi" profesor me lea como amigo, como colega, con amor, con entusiasmo por las hipótesis y argumentos que estuve dos años maquinando y tratando de exponer. Y cuando no sucedió exactamente como me lo imaginaba, cuando mis 65 páginas y tres novelas fuerom mucho en una instancia formal de aprobación de seminario, me enculé, patalié, pero me puse a cumplir con lo pedido. Ofendidísima, en víctima del maltrato académico y patriarcal. Me duró una tarde, bueno: también tengo derecho. Reenvié y fue y vino el intercambio y los comentarios estuvieron donde me los espera y donde no, buenos, malos e "interesantes". Y las 54 páginas que tuve que eliminar para "cumplir" siguen siendo mías y sembradas de posibilidades. Y las correcciones proponen nuevas escrituras y desafíos. Y mi vida puanense maravillosa nunca se acaba...